Jay Leno suma casi 40 años presentando uno de los programas de televisión relacionados con el automóvil más prestigiosos del planeta. En Jay Leno's Garage el popular periodista ha podido conducir los coches más exclusivos, algunos de ellos inaccesibles para el común de los mortales.
Pero, como él mismo definía en la presentación del último de sus programas, el protagonista de ese episodio fue "probablemente el coche más importante y seguro el más valioso" de todos los que han pasado por el show. Nada menos que La Bestia, el sobrenombre con el que se conoce a la limusina del hombre más poderoso del mundo, el presidente de los Estados Unidos de América.
Se han escrito ríos de tinta sobre él... pero pocas veces se ha tenido un más amplio a información sobre él de lo que disfrutó Leno, al que acompañaron dos del Servicio Secreto de EE.UU. encargados de la custodia del vehículo "más seguro del planeta", como ellos mismos lo calificaron.
El próximo... podría estar cerca
El primer detalle emergió nada más arrancar el programa: no se trata de un Cadillac propiamente dicho, sino de un diseño creado por General Motors (la empresa que detenta el contrato público para fabricar el vehículo presidencial desde 2001) para parecerse a un Cadillac. Así se ha hecho con el primero (2001), que estrenó a Bush hijo; el segundo (Obama, 2009) y la tercera generación (que utilizó Trump en 2018).
Cada ocho años aproximadamente se renueva (para poder incluir los últimos avances en materia de seguridad) lo que significa que, casi con toda probabilidad, el próximo presidente norteamericano, que saldrá de las elecciones de noviembre, sea el que estrene la próxima Bestia (apelativo que, curiosamente, los agentes dicen no usar para referirse al vehículo).
Los neumáticos de La Bestia, como todo en el 'Cadillac' presidencial (que se levanta sobre un chasis de camioneta), tiene talla gigante. De hecho, sus medidas proceden de un "autobús o de un pick up grande", y, como ya se sabía son antipinchazos (aunque los agentes no dieron más detalles sobre sus prestaciones.
Las caravanas presidenciales suelen estar compuestas por al menos dos de estos vehículos (para que no haya certezas de en cuál de ellos viaja el presidente) que se transportan en aviones militares. Lo más parecido a ellos que existen son otras unidades, construidas sobre el chasis del Chevrolet Suburban, que se utilizan para desplazamientos más privados en Camp David, una de las residencias del máximo mandatario estadounidense. Esas unidades -que no se muestran al público- curiosamente, no son negras, sino plateadas.
La Bestia... también se rompe
Los agentes del Servicio Secreto compartieron con Leno alguna anécdota al volante del coche presidencial... y desvelaron que alguna que otra vez han tenido que lidiar, como sucede con cualquier otro coche, con averías no previstas.
En uno de estos incidentes todo comenzó por un repostaje con gasolina en mal estado en medio de un desplazamiento del coche. La avería obligó a sustituirlo por el segundo vehículo, pero en este caso era la puerta la que no cerraba bien. Por ello, hubo que traspasar la del coche original a la segunda unidad (tarea complicada por el peso de la pieza, fuertemente blindada). Por suerte para todos, La Bestia pudo llegar en perfecto estado a pie del Air Force One para recoger al presidente... apenas dos minutos antes de su aterrizaje. En otra ocasión fue el aire acondicionado el que se estropeó... como no podía ser de otro modo, en pleno verano.
Los agentes especificaron que todas las rutas que recorre el coche se preparan una semana antes, con sus diferentes variantes posibles... incluido el camino al hospital más cercano, en caso de que suceda lo imprevisto.
En cuanto a su conducción... salta a la vista que no es un coche normal y así lo explicó uno de los agentes, que estuvo encargado de guiar la primera generación de la Bestia moderna: "El pilar A era tan ancho que podía llegar a tapar, en los giros, al guardia de tráfico". Por eso, cuando ruedan, necesitan un espacio extra con el resto de la caravana para poder maniobrar de forma segura.
El primer blindado fue... el de Al Capone
La historia de las limusinas presidenciales blindadas no es reciente -aunque ha sido en este siglo cuando la 'leyenda' de La Bestia se ha agrandado-. La primera se usó en el mandato de Franklin D. Roosevelt, en concreto después de un acontecimiento histórico que despertó la necesidad de proteger al presidente: el bombardeo de Pearl Harbor.
El Servicio Secreto consideró necesario asegurar la integridad de Franklin D. Roosevelt en el camino al Capitolio, donde el presidente número 32 declararía la guerra a Japón y, al no tener ningún coche que cumpliera los requisitos, se optó por usar un Cadillac con cristales a prueba de balas, carrocería blindada y una torreta para alojar una ametralladora en el techo que fue confiscado décadas antes nada menos que a Al Capone.
¿Y qué pasa con ellos cuando dejan de prestar servicio? Quizá no es el destino que imaginaríamos de primeras, pero no deja de tener lógica: "Es destruido". Así, con él se van también los secretos (de hecho, durante la media hora de programa no se pudo ver ningún detalle del interior aunque, como pista, sí se especificó que el salpicadero está basado en el del Cadillac Escalade, otro de los coches que forman la comitiva presidencial habitualmente).
Una curiosidad que sí desvelaron los agentes es la procedencia de la madera que enmarca el sello presidencial que se encuentra en el interior del Cadillac (uno en el de cada puerta y otro en la consola que separa los asientos). Como homenaje a George Washington, el primer presidente americano, esa madera procede de los castaños de indias que plantó en su Virginia natal.
También explicaron que los sellos que figuran como decoración exterior eran tradicionalmente bordados a mano por una costurera ya fallecida. Fue entonces, con su desaparición, cuando el diseño se escaneó para ser estampado con láser en una placa de aluminio que es la que ahora decora la limusina presidencial.
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