Los responsables fueron otros y231w
sbado, 23 octubre 2010, 16:29 615p6z
Sorprende la consideracin que en algunos sectores –incluido el deplorable presidente de la Federacin Asturiana de Ftbol- han recibido Guardiola y Mourinho como saboteadores del premio Prncipe de Asturias. Y sorprenden mucho ms los inmerecidos elogios que han recibido Florentino Prez y Sandro Rosell por resolver un problema en el que tuvieron mucha responsabilidad. Merece la pena situar cronolgicamente los hechos, que comienzan con la comunicacin pblica del premio. Todos los actores de este vodevil –la Fundacin Prncipe de Asturias, los clubes, los entrenadores, los jugadores y el operador de televisin que tiene los derechos de la Liga y decide los horarios del campeonato – conocen con un mes de anticipacin la fecha de la ceremonia en Oviedo. Aunque el viernes no es el mejor da para reunir a los futbolistas, se daba por descontado que la trascendencia del premio exiga una solucin pactada por todas las partes.
La solucin no llega porque el horario de los partidos no se conoce hasta nueve das antes de la entrega del premio. Por las razones que considere convenientes y con la anuencia de los clubes, Mediapro -empresa tenedora de los derechos televisivos de la Liga- decide que el Zaragoza-Bara y el Real Madrid-Racing se disputen el 23 de octubre, sbado, un da despus de la ceremonia de Oviedo. Esa fecha incomoda los planes de los entrenadores, que no quieren viajes ni distracciones de sus futbolistas. En su mbito de trabajo –cuidar los intereses deportivos de sus equipos- desean las menores alteraciones posibles. Por lo que se refiere al Real Madrid y Barcelona, son dos instituciones que deberan comprender muy bien la naturaleza de un premio que en esta ocasin ha alcanzado una enorme notoriedad. Sin embargo, los dos clubes reaccionan tarde y mal, o hacen dejacin de sus responsabilidades. No slo no alcanzan un acuerdo previo con sus entrenadores, sino que en primera instancia respaldan la postura de Mourinho y Guardiola, a los que convierten en portavoces. Durante unas horas slo hay una posicin oficial en el Madrid y el Bara: la de sus entrenadores.
Tanto Florentino Prez como Sandro Rosell solucionaron despus un problema que deberan haber resuelto mucho antes. Para algo son los presidentes, mximos representantes institucionales y directivos con suficientes aos en el negocio como para saber al alcance del premio. Si lo sabe cualquier aficionado, mucho ms gente como Florentino Prez y Rosell. Un da despus, el Real Madrid anunci que acudira Casillas. El lunes, el Bara comunic que acudiran a Oviedo los jugadores que no estuvieran convocados para jugar con el Zaragoza. El jueves se supo que sera Xavi. Sorprende la tarda reaccin de ambos clubs en un asunto que dej innecesariamente desairados a Mourinho y Guardiola. No es que los entrenadores no comprendieran la naturaleza del premio, es que los dirigentes de sus clubes –con los presidentes a la cabeza- se inhibieron de sus responsabilidades, permitieron una controversia absurda y despus pretendieron aparecer como salvadores del conflicto.
Por lo que ha trascendido en la prensa, ni Florentino Prez ni Sandro Rosell tienen derecho a aparecer como salvadores. Al revs. Durante los ltimos das trascendieron informaciones, nunca negadas desde los clubes, que referan a las llamadas de la Casa Real para persuadir a los dos dirigentes de lo conveniente que resultara la presencia de alguno de sus jugadores en la ceremonia. Es decir, por lo que se ha sabido no hubo una reflexin en el Madrid y en el Bara para cambiar de opinin. Se produjo una solicitud o sugerencia del entorno del Rey –o del propio monarca, segn las informaciones- para modificar la decisin de los clubes, hasta entonces slo conocida a travs de Mourinho y Guardiola.
Como tantas veces suele ocurrir en el ftbol espaol, los dirigentes pretenden ser un corcho en el agua. Siempre a flote, en cualquier circunstancia. Esta del premio Prncipe de Asturias era estrictamente institucional, formaba parte de sus responsabilidades, mal atendidas por lo que parece. Reaccionaron a destiempo, desairaron a sus entrenadores, promovieron una lectura falsa de un problema que ellos ayudaron a generar y permitieron que zoquetes como el presidente de la federacin asturiana se cubrieran de gloria.