Un paraso de ftbol 114w1u
jueves, 19 mayo 2016, 07:47 183r2w
Algn da se hablar del Sevilla mtico que se hizo dueo de la Europa League, con una saga inolvidable de ttulos, entre los cuales brillar con luz propia la victoria sobre el Liverpool en una final que gir radicalmente en el segundo tiempo. Dirigido por Benega, un gran jugador siempre y excepcional en la mayora de las finales, el Sevilla convirti al Liverpool en un enano futbolstico. Fue un magisterio de tal calibre que Soria, un portero sin apenas experiencia en Europa, no recibi un remate digno de tal nombre. La autoridad del Sevilla se concret en los goles, en el juego y en la facilidad para encontrar registros futbolsticos que el Liverpool no tiene, o Klopp, su clebre entrenador, no fue capaz de explorar.
Un hroe imprevisto emergi en Basilea. Coke, lateral de toda la vida, marc dos goles, estuvo a punto de marcar el tercero y represent mejor que nadie el carcter del Sevilla. Jugadores como stos son impagables. Se dice que son futbolistas de club, y a veces se dice con cierto desdn. Todo lo contrario, Coke es el eslabn necesario que conecta tantas y tantas cosas en un equipo, las visibles y las invisibles. Sin jugadores como Coke es muy probable que el Sevilla no podra explicar su impresionante trayectoria en los ltimos aos, cinco ttulos en la Europa League y tres de ellos consecutivos.
Cada verano, el Sevilla paga con una decena de traspasos el xito de la temporada anterior. Eso significa la llegada de ocho, nueve o diez jugadores a un equipo extremadamente exigido. No es un desembarco sencillo, por mucho que sea el mrito y el buen ojo de Monchi. El Sevilla necesita futbolistas como Coke para mantener las seas de identidad ao tras ao, para recordar a qu clase de equipo llegan los nuevos y que desafos debe superar la plantilla.
Oleadas del Liverpool
Son los jugadores que suelen quedar a la sombra de las estrellas en los grandes momentos, por hubo algo de justicia divina en Basilea, donde Coke, con el brazalete de capitn, marc los dos ltimos tantos de una noche memorable. Esta vez le apuntaron todos los focos.
La final no apuntaba al xito del Sevilla en el primer tiempo, disputado bajo las condiciones que marc el Liverpool. Se impuso el equipo ingls ms por energa que por juego. El problema del Sevilla es que no logr ofrecer una alternativa a la elctrica propuesta de su rival. Se qued corto en todo. No lleg al rea de Mignolet, ni a los rechaces, ni a posiciones de remate, ni a las coberturas. Solo Banega dio sensacin de jerarqua, aunque a kilmetros de las posiciones donde su inteligencia y creatividad marcan la diferencia.
Las tercas oleadas del Liverpool desgastaron demasiado al Sevilla. Clyne percuti una y otra vez por la derecha, Lallana dio seales de calidad en la media punta y Sturridge amenazaba en sus intervenciones. Por fortuna para el Sevilla, Coutinho, la gran estrella de los reds, no compareci en el partido. Se vio a un jugador con el 10 a la espalda, pero nadie lo confundi con Coutinho. A empujones y con su fiel hinchada enardecida, el Liverpool pareci ms de lo que es. Slo dispuso de tres ocasiones, pero dio la sensacin de equipo arrollador.
Ms que un empate
Sturridge, un delantero con excelentes recursos tcnicos y una tendencia funesta a lesionarse, no logr superar a Soria en un temprano mano a mano. Se desquit con un golazo. Dirigi a la red un remate exquisito, de gran dificultad, con el exterior del pie izquierdo, remate ligeramente favorecido por el permiso de Mariano, que no apret al ingls. El gol gener el delirio de los 20.000 hinchas del Liverpool. Al Sevilla lo deprimi. No se liber de la conmocin hasta el descanso. Se agriet tanto que se pronosticaba un nuevo gol del Liverpool. No lleg porque no es un equipo de talento.
Nada de lo que ocurri en el primer tiempo se aplic al segundo. En la primera accin, el Sevilla traz una bellsima jugada que desemboc en Mariano despus de un dbil rechace de Alberto Moreno. Como los buenos laterales brasileos de toda la vida, Mariano recogi la pelota, entr como un avin por la derecha, cao incluido a un arrugado Moreno, y cruz un pase raso, fuerte, entre el portero y la defensa. Lo aprovech Gameiro. Se anticip a todos y desvi la pelota a la red. Gol de ariete clsico. Y mucho ms que un gol del empate, porque inmediatamente despus lleg un festival en toda regla. Desapareci el Liverpool, abocado a una mediocridad imprevista y unas decisiones ms que cuestionables de Klopp.
Sorprendi la enorme autoridad del Sevilla, dictada a travs de dos jugadores, Banega y Vitolo. Formaron la sociedad perfecta. Emery traslad a Banega a la izquierda, a una posicin bastante ms adelantada que en el primer tiempo. Por aquella zona tambin operaba Vitolo, autor de un partido colosal. Los dos dieron la sensacin de mantener una sintona especial, eso que se denomina pequea sociedad futbolstica, nunca mejor explicada que en el maravilloso segundo gol del Sevilla, un prodigio interpretado por Banega y Vitolo con paredes, amagos, conducciones y la aparicin de Coke, imprevisto actor invitado. Surgi de la nada para aprovechar el ltimo regate de Vitolo y dibujar un tiro elegante, imposible para Mignolet.
Vendaval final
La tormenta de juego sevillista discurra a tal velocidad que el Liverpool desapareci del partido. No encontr ningn recurso para oponerse a las exquisitas maniobras del Sevilla. Klopp tir finalmente por la directa. Retir del campo a los finos (Lallana y Firmino) y entraron los tanques de la delantera, Origi y Benteke. Solucin a la antigua, desesperada, sin calado futbolstico. Solucin que no habl muy bien de Klopp.
Su equipo se derrumb y no volvi a dar seales de vida. Coke marc el tercero en una jugada discutida por el Liverpool y por el linier que declar en fuera de juego al futbolista del Sevilla. El rbitro la interpret mejor. Coutinho, dispuesto a equivocarse toda la noche, valid la accin al entregar la pelota a Coke. No hubo reaccin del Liverpool, ni la poda haber. El Sevilla se sinti tan cmodo y tan seguro con la pelota que no se permiti un instante de tranquilidad. Termin la final entre ovaciones, con El Arrebato como sonido de fondo y la incredulidad de la muchachada inglesa. Acababan de asistir a la formidable leccin de juego a cargo de un equipo que ha hecho de la Europa League su finca particular.