La doctora en Filología Hispánica y escritora Rosario Raro consiguió el Premio Azorín de Novela 2025, galardón que anualmente entregan la Diputación Provincial de Alicante y Editorial Planeta, con 'La novia de la paz', una novela que recupera la figura de la británica Emily Hobhouse, quien desafió al todopoderoso Imperio Británico para cambiar la historia del sur de África.
'La novia de la paz' es un alegato en favor de las segundas oportunidades y un homenaje a aquellas personas cuya razón de ser consiste en luchar para poner fin a los conflictos bélicos. Rosario Raro une historia y ficción para recuperar la figura de una de las precursoras del activismo por los derechos humanos y trata temas como la libertad individual, la lucha de las mujeres, el pacifismo y el poder del amor.
Ambientada en un contexto histórico desconocido para muchos como fue la segunda de las guerras bóeres, Rosario Raro homenajea la esperanza de la paz y el coraje de aquellas personas que dedican sus vidas a ayudar a otros sin renunciar al amor y a la libertad. Y lo hace reconstruyendo la vida de Emily Hobhouse, a quien Mohandas Karamchand Gandhi, otra de las figuras históricas de la novela, llamaba "la constructora de puentes".
Para hablar de 'La novia de la paz' y del Premio Azorín de Novela 2025, Rosario Raro ha convocado a Tiramillas, la web de ocio de Marca, en el vestíbulo del Hotel NH Madrid Nacional, en pleno Paseo del Prado. No obstante, también hay tiempo para que la autora nacida en la localidad castellonense de Segorbe dé su opinión sobre temas que, como hace 125 años, se encuentran de actualidad.
PREGUNTA. Sin destripar la novela, ¿qué va a encontrar el lector en 'La novia de la paz'?
RESPUESTA. La novela trata de una serie de conexiones entre personajes que, cuando me puse a investigar sobre el tema, yo desconocía. Por ejemplo, la relación epistolar que hubo entre Gandhi y Tolstoi. Entonces, leyendo unas cartas de Gandhi, descubrí que les daba las gracias a una serie de mujeres que le habían ayudado mucho durante los años que él pasó en el sur de África. Y una de ellas fue Emily Hobhouse, la protagonista de la novela. Y, bueno, me interesó la figura de esta mujer porque ella sola se enfrentó al imperio más poderoso de ese momento, porque sucede en 1901, que era el Imperio Británico, y quiso parar la guerra anglo-bóer, que era la que se estaba desarrollando en ese momento por los territorios en litigio del Estado Libre de Orange y la República de Transvaal. Y, entonces, claro, fue considerada una traidora por el gobierno británico y eso también me intrigó hasta que supe que cómo una mujer que había tenido un funeral digno de una princesa en Bloemfontein, en el sur de África, no tuvo ni un solo obituario en la prensa local de Cornualles, el pueblo del que era y que ella decía que era minúsculo. Entonces, era como que Emily Hobhouse había encendido la conciencia del mundo y me interesó mucho su personalidad.
P. Se trata de una novela histórica, en la que hay personajes reales, pero también hay personajes ficticios. Si se puede cuantificar, ¿cuánto hay de ficción y cuánto hay de realidad?
R. Todo está basado en hechos reales, pero el desafío es ese. Cuando hay personajes de la talla de Gandhi o de Emily Hobhouse, los que son inventados no pueden parecer fantasmagorías a su lado. Por eso me interesaba que hubiera otros personajes que hablaran de cómo era la metrópoli, Londres, en ese momento, con toda esa estructura social tan de apariencias, de baile de máscaras, de virtudes públicas y vicios privados. Y el detonante de la acción de la novela es un escándalo que sucede en la alta sociedad londinense, que es lo que obliga a la otra protagonista, a Shayna Orliens, a huir a Mozambique. En este caso, es una mujer anónima y desconocida, pero yo precisamente la quería equiparar con Emily Hobhouse, que era muy famosa, para que se viera que las acciones de cualquier persona pueden ser iguales, independientemente de que sea famosa o no.
P. ¿Cómo ha sido la construcción de esos personajes ficticios?
R. Hay autores que se hacen fichas de personajes, esquemas y todo eso, pero yo suelo pensar en personas reales. Eso me facilita mucho toda la labor porque es como que ya sé cómo hablan, cómo andan, qué piensan, qué no dirían nunca y, así, ya toman corporeidad. De este modo, los personajes inventados se reencarnan y no los tengo que inventar de cero porque me resultaría un ejercicio muy costoso.
P. ¿Le ha resultado sencillo documentarse y encontrar información sobre Emily Hobhouse?
R. Ella escribió unas memorias bastante prolijas y era como que necesitaba explicar todo lo que estaba llevando a cabo. Luego, también hay muchas cartas de ella y bastantes biografías. Entonces, en nuestro ámbito no es una persona... Yo, de hecho, no la conocía antes de empezar a escribir la novela, pero escribir es una buena forma de aprender. Eso también está bien.
P. Lourenço Marques, Londres, Benarés... ¿Cómo ha sido la elaboración de los escenarios de la novela?
R. A mí sí que me gusta ser muy rigurosa en esos temas, porque se puede leer la novela un mozambiqueño, por ejemplo. Entonces, lo que intento es que el lector no sienta que le están contando una historia, sino que sienta que está allí. Y para eso hay que apelar a todos los sentidos. Entonces, sí que me documenté mucho sobre cómo era la vida allí, desde la comida al vestuario, al transporte, todo. Y me interesaba que para los personajes fueran escenarios exóticos que no tuvieran nada que ver con su pasado y que fueran como la página en blanco donde reescribirse. Entonces, claro, que alguien vaya de Londres a Benarés, aunque estaba bajo el dominio británico, o a Mozambique, como que descoloca, y más en ese momento. Y eso me interesaba, ver si una persona, como dice Quevedo al final de 'La vida del Buscón', por mudar de escenario, cambia o sigue siendo el mismo. Entonces, son personajes que están todos como en un proceso de metamorfosis, todos están evolucionando hacia otro lugar y todos son fugitivos, porque todos están huyendo de algo. Shayna está huyendo de la justicia y de la policía, el escultor escocés está huyendo del ejército porque es un desertor, Fiz se va a Benarés porque es homosexual y en la Inglaterra del siglo XIX era un delito, como muy bien vemos reflejado en la vida y en la obra de Oscar Wilde, porque es el mismo momento.
P. Precisamente le quería preguntar por dos de los asuntos que trata en 'La novia de la paz', por la lucha de la mujer para conseguir su independencia y su libertad y la homosexualidad a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
R. A ver, está en conexión con la cuestión de que la protagonista, Emily Hobhouse, por decirlo de una forma rápida, era una 'hippie' de 1901, con lo que es una novela pacifista. Y siguiendo con el eslogan que luego al final de los 60 sería el que predominaría, es una defensa de aquello de hacer el amor y no la guerra. Entonces, que Fiz se enamore de Kiran es una exaltación del amor, pero también de la espiritualidad y que nunca puede ser un delito amar. El delito es la guerra. La guerra es la gran catástrofe, es la atrocidad máxima. Entonces, no se puede condenar a un hombre porque ame a un hombre.
P. 'La novia de la paz' está ambientada en torno a 1900, con lo que han transcurrido 125 años. ¿Cree que todavía queda trabajo por hacer en esos dos temas?
R. En ese momento, que luego se extendió y se hizo 'vox populi', los gerifaltes del Imperio Británico llamaban solterona histérica a Emily Hobhouse, que era una forma de insultarla por su condición femenina, por su estado civil y por su salud mental. O sea, todo en un lote. Y, luego, la llamaban rama seca porque no tenía hijos. Entonces, era como que la feminidad fuera una cuestión de grados, como si una mujer que tuviera hijos fuera más femenina que otra. Claro, a mí lo que me llamó la atención es que ella, en ese momento, es como si se liberara del corsé, pero en el sentido literal de prenda, pero también del de la sociedad que había en ese momento, que ya no era victoriana porque había muerto precisamente en ese año la reina y ya era eduardiana. Pero ella se comportó como si no fuera mujer en ese momento. Entonces, lo que me dices de la actualidad, pues imagina que Emily Hobhouse, de alguna forma, supiera que a las mujeres en Afganistán se les ha prohibido hablar en público. Yo creo que algunas situaciones que han tomado la deriva actual que tienen, no es que le sorprendería a una persona de principios del siglo XX, es que nos sorprende a los que éramos nosotros hace 10 años, por ejemplo.
P. Premio Azorín de Novela 2025, ¿qué significa este reconocimiento de la Diputación de Alicante y de Planeta?
R. De novela es el primer premio, porque había ganado premios de relato y el Premio Azorín lo he ganado con mi sexta novela y ha llegado en un momento muy oportuno para mí. Esa noche, la del 13 de marzo, en Alicante, dije que la vida me había sacado a bailar y así me sentía. Y, bueno, además del prestigio que tiene, sobre todo me ha gustado que me ha hecho ver que tengo mucha gente que me quiere y que lo ha vivido de una forma muy intensa y muy directa. En los cientos de mensajes de felicitación que recibí, la frase que más se repitió fue que se les habían han saltado las lágrimas de alegría cuando habían escuchado o habían leído la noticia. Yo creo que eso es un premio añadido porque a todos nos gustan los mimos.
P. Desconozco si se lo han planteado ya, pero le gustaría que esta novela fuera adaptada audiovisualmente al cine o a la televisión.
R. Vivimos en una época dorada para las adaptaciones literarias a series, porque claro, con tantas plataformas de 'streaming' que hay, hay una exigencia de contenido continua. Entonces, sí que es verdad que sobre algunas de mis novelas anteriores ha habido conversaciones, ha habido productoras interesadas, y espero que, después de tantas negociaciones y demás, algo cuaje. Y, bueno, las personas que ya han leído 'La novia de la paz' sí que me han dicho que es muy visual.
P. 'La novia de la paz' es una novela antibelicista, una novela pacifista. ¿Considera que en la sociedad actual hacen falta más novias de la paz?
R. Yo creo que estamos en un momento de carrera armamentística y ojalá no sea prebélico, porque muchas veces, como sucedió con la guerra entre España y Estados Unidos en Cuba, la prensa también contribuye bastante a calentar el ambiente. Y, claro, yo creo que la guerra nunca es la solución y que hace falta más diálogo, más diplomacia, más educación y más respeto. Y, luego, lo que sí que veo que tiene conexión también con el momento actual es que la novela también es una denuncia del imperialismo y de la ideología que hay detrás, que es el supremacismo, de que una raza, en este caso la blanca, pueda dominar a otras razas, porque claro, en el sur de África, además de la población negra, estaban los indios, 150.000 indios a los que defendía Gandhi. Entonces, que sigamos en el mismo punto de la historia, que ahora mismo haya casi 60 conflictos armados en el mundo, habla muy mal del ser humano como especie. Yo creo que ya tendríamos que estar en un estadio posterior a todo eso y, sí, tendría que haber más novias y más novios de la paz que se enamoraran de la paz y tendríamos que considerar que la paz tiene más épica que la guerra.
P. 'La novia de la paz' también es una novela que trata sobre segundas oportunidades.
R. Yo creo que esa posibilidad de mudar de piel siempre existe, que a veces las oportunidades nos las tenemos que crear nosotros y que ahora que somos más libres es posible que nos reencarnemos varias veces dentro de la misma vida. Ahora se utiliza el término de reinventarse, pero la novela también es una reflexión sobre si nos atrevemos o no, porque a veces es peor quedarse con lo que pudo haber sido y no fue que vivirlo. Aunque claro, como dijo Ortega y Gasset, también dependemos mucho de nuestras circunstancias.
P. Emily Hobhouse y Shayna Orliens descubren en la novela que, después de una traición, no hay mejor venganza que la felicidad.
R. Esa frase sobre todo va contra el rencor, porque yo quería que todas esas ideas de Gandhi de la no violencia, de la resistencia pasiva, que eran las ideas de Tolstoi, como te decía al principio, impregnaran toda la novela. Entonces, lo de que no hay mejor venganza que la felicidad viene porque a mí el rencor me parece que es como cargar maletas llenas de piedras y que esa famosa frase que dice que 'cuando alguien prepara una venganza, que cave dos tumbas', porque es una pérdida de tiempo, una erosión del ánimo y una amargura que yo creo que daña más al que quiere perpetrarla que al otro, que hasta que no lo sabe es ajeno a ello. Entonces, yo creo que hay que pasar página, quedarnos con lo que nos interesa y tener una actitud vital de mirar más hacia el futuro.
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