"Flick tuvo jugadores influyentes; Carletto, a influencers"

Rebuscando esta mañana en el libro de las citas me encontré con una aseveración de la prestigiosa primatóloga Jane Godall en la que decía que todo lo que haces marca una diferencia, por lo que tienes que decidir qué tipo de diferencia quieres marcar. Me pareció oportuna para abrir un programa en el que básicamente vamos a hablar de por qué el Barça ha ganado la Liga, los cuatro Clásicos de la temporada y el cariño y reconocimiento del mundo del fútbol y el Madrid no.

En esencia ha sido eso. El equipo de Hansi Flick, el principal triunfador del año, ha tenido hambre, humildad, necesidad, ambición, perseverancia, resiliencia, determinación, mentalidad y mucha calidad individual y colectiva que ha servido para paliar sus también evidentes defectos. Que haya sido extremadamente divertido verlos jugar y ganar no le exime de ser, probablemente, el peor Barça de entre los Barça campeones de los últimos 20 años, pero ese debate lo abordaremos cuando acaben de festejar en Canaletas. Hoy toca reconocer, felicitar y mirar con asombro la metamorfosis de un plantel que venía de una dimisión colectiva, que no pudo configurarse según los planes previstos como consecuencia del desastre de gestión y que trufado de canteranos se convirtió en la envidia de casi todos desde un montón de puntos de vista. Lamine ha sido un regalo de ese Dios que dicen madridista y que anda atareado estos días por el Vaticano, Raphinha es claro merecedor del Balón de Oro, Pedri es un máquina, Olmo ha hecho merecer el esfuerzo de su inscripción, Cubarsí va a ser central para una década, Kounde, Íñigo, Frenkie, o Lewandowski la cuota de madurez para esta pandilla irreverente que ha puesto patas arriba el campeonato y que ha hecho descarrilar al Real Madrid cuando parecía aquel tren imparable de Denzel Washington. Hasta esa anomalía llamada Szczesny ha salido bien. Temporada de 9,5 y reto mayúsculo el de mejorar lo que casi roza la perfección.

Luego está el Madrid. Ha sido todo tan extremadamente ridículo que apenas tenemos certezas. Me refiero a certezas aprovechables para la próxima temporada. Póngalos en el orden que quieran pero entre Courtois, Tchouameni, Mbappé, Valverde y Asencio encontramos lo único potable del año. Todo lo demás, un chiste malo.

Vinicius se quedó en el hangar de aquel avión con destino al Balón de Oro, Rodrygo, como te adelantamos ayer, no quiere jugar después de reivindicar una silla en no se qué mesa, el Bellingham de este año se llama Jobe como el hermano de Jude, ese que el año pasado anotó una veintena de goles, la defensa no tiene defensa, a Pintus quizá lo manden al Castilla, los servicios médicos no han recortado ni medio día de recuperación, los meritorios no han tirado la puerta abajo, los comunicados solo los ha leído González Fuertes, las necesidades quizá no puedan afrontarse y a Carletto le echamos la culpa de todo porque no puso a Güler en un par de partidos. Por cierto, el turco le regaló una baklava para disfrutar del Inter-Barça. Lo apunto por la cantidad de oriundos de Ankara y Estambul que pululan por las tertulias.

Pero tranquilos todos, que Bad Bunny se vaya al Metropolitano solo influye en el 1% de un presupuesto que se pone en manos de Xabi Alonso del que sabemos que vendrá, pero no cuando vendrá. Hasta hay quien presiona para que sea Raúl el entrenador en esas vacaciones pagadas en el Four Seasons de Palm Beach.

Así es mi fotografía que resume una liga culé. Una cosa es ser influyente y otra bien distinta ser influencer. El like, para el Madrid, el título, para el Barcelona.