Sin ganas de hablar con nadie y contrariado por decir adiós al Dakar en su terreno, el desierto, y antes de llegar al punto central de la carrera. Nasser Al-Attiyah no revalidará su corona, salvo desastre, después de dejarse hoy dos horas y 40 minutos por una avería.
Un brazo de la suspensión delantera del Hunter (curiosamente había sido la trasera la que les había dado más quebraderos de cabeza hasta ahora tanto a Al-Attiyah como a Loeb) ha sido el causante de la avería terminal que ha dejado al catarí compuesto y sin su sexto Dakar (no se sabe si por una rotura o como consecuencia de alguna maniobra demasiado optimista del piloto).
El caso es que ahora, con Al-Attiyah a dos horas y cuarenta minutos, la carrera cambia totalmente de planteamiento para el pentacampeón. Y, curiosamente, va a tener que afrontar una hipótesis que se le planteó, en tono de humor, en la rueda de prensa oficial de presentación de la carrera: trabajar para Loeb.
Entonces dijo que no tendría ningún problema en hacerlo y ahora va a tener realmente que ejercer de escolta de Loeb... aunque habrá que ver cómo combina esa misión de guardaespaldas con su ambición por sumar puntos para el Mundial W2RC (para lo cual necesita ganar etapas).
"Esto es lo que hay. La primera semana del Dakar ha sido muy dura y ahora lo que tenemos que hacer es apoyar a Loeb. Somos un equipo", fue lo único que acertó a decir en la meta de Shubaytah.
Pero... ni siquiera en eso tiene ventaja Prodrive sobre Audi, que también tendrá a un mochilero de lujo, Stéphane Peterhansel, pero con dos balas para jugar sus bazas tácticas: el líder, Carlos Sainz, y el segundo clasificado, Mattias Ekström. Quien juegue mejor sus cartas ganará la partida... pero ese no será Al-Attiyah.
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