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Marca la diferencia

Águeda Marqués: "La noche antes de la final olímpica dormí 11 horas y media del tirón"

La atleta segoviana visitó el plató de 'MARCA la Diferencia' e hizo acopio de su naturalidad y espontaneidad

Águeda Marqués, en la redacción de MARCA
Águeda Marqués, en la redacción de MARCAJosé A. García
Actualizado

Todo el mundo la conoce como Águeda Marqués (Segovia, 1999), aunque pocos saben que su primer apellido es Muñoz. “Me lo cambié en 2022. Me siento muy identificada con la familia de mi madre y ella siempre me dice: ‘Tú eres una marquesa’. Al final, con la tontería, pues me puse primero su apellido. Pero que conste que yo a mi padre le amo, me muero sin él”, confiesa la protagonista en su visita al plató de MARCA la Diferencia

Sus progenitores tienen mucho que ver en que Águeda sea hoy una de nuestras atletas referentes. Su madre, Isabel, fue quien la inició en el atletismo con sólo cinco años. “De pequeña hacía otros deportes (hípica, esquí y escalada), pero salir a correr con mi madre era lo que más me gustaba”, destaca. Su padre, Valentín, más dado a las paredes –“a sus 59 años sigue subiendo vías súper difíciles que yo me quedo loca”, nos descubre Águeda–, es un compañero de fatiga. “En los meses de invierno metemos mucha carga de entrenamiento. Suelo hacer unos 140 kilómetros a la semana”, explica. “Normalmente entreno en un grupo en el que la mayoría son chicos. Es difícil cuadrar con las chicas para entrenar y muchas veces lo hago sola. Por eso, mi padre, siempre al pie del cañón, me acompaña eventualmente”, dice.

Empezó corriendo en el colegio, donde destacaba tanto por su habilidad como por sus despistes. “Recuerdo una vez que tenía que correr un 1.000 dando varias vueltas a la pista, pero no sabía cuántas. Sonó la campana y me paré pensando que debía haber acabado ya. Me giré y vi a mi madre gritarme: ‘¡Que queda una vuelta!’. La mayoría de las rivales me habían pasado, así que tuve que esprintar y les di alcance, aunque acabé segunda”, cuenta. “Soy un desastre y mis despistes son algo a mejorar. Hace tres años, corriendo un 3.000, me pasó algo parecido. Iba focus en la carrera, súper concentrada y perdí la cuenta de las vueltas que me quedaban. Es un problema porque no sabes cómo gestionar el esfuerzo sin saber lo que te queda…”, destaca.

Con 11 años ganó una San Silvestre, disfrazada de Minnie Mouse, que la convenció para dar un paso más. “Era la primera vez que subía a un podio y me hizo muchísima ilusión. Eso me hizo querer seguir, me impulsó a mejorar y a seguir practicando. Me encantaba esa sensación”, rememora. La segoviana ha probado en diferentes distancias: 800 m., 1.500 m., 3.000 m., 5.000 m., 10.000 m.… “Y porque mi entrenador [Arturo Martín] no me ha dicho que haga una media maratón, que si no también me pongo. Eso sí, lo que más me gusta es el 1.500 porque me encanta correr rápido”, apostilla.

Águeda Marqués, junto a Almudena Rivera y David Menayo
Águeda Marqués, junto a Almudena Rivera y David MenayoJosé A. García

Es en esta distancia en la que participó en los Juegos Olímpicos de París tras una clasificación agónica. El 21 de junio, en el meeting de Vallehermoso, quedó tercera con una marca de 4:04.58, a ocho centésimas de la mínima exigida por la RFEA. “Es la vez que más tensa he estado antes de una competición. Lo bueno es que sé gestionar eso y no me afectó al rendimiento de la carrera, pero interiormente lo pasé fatal”, asegura. Una semana después, en el Campeonato de España de La Nucía, acabó sellando el pasaporte olímpico al quedar segunda con una marca de 4:03.90. “A mí nada me quita el sueño, pero esa semana dormí fatal. Me despertaba por las noches y tenía pesadillas. Fue horrible”, confiesa. “Mi entrenador me dijo que saliera a morir. No las tenía todas conmigo, pero fui a por todas, aguanté y conseguí mi mejor marca personal y la mínima para los Juegos”, recalca.

En París 2024 disfrutó. Mucho. “Quería pasar a semifinales porque estaba en el mejor estado de forma de mi carrera, pero meterme en la final y estar entre las 12 mejores del mundo, no me lo esperaba”, comenta. Hizo mejor marca personal en su estreno (4:01.60) y pasó a semifinales en la repesca al quedar tercera. Al día siguiente, un sexto puesto le metió por méritos propios en la final. “Fueron tres días agotadores. La noche previa a las semifinales había dormido fatal, me eché una siesta de tres horas y me enchufé varios cafés para centrarme. Luego no podía dormirme, así que el día de descanso antes de la final dije que me lo iba a tirar todo el día en la cama y acabé durmiendo 11 horas y media del tirón. Descansé, pero la musculatura ya llegó desgastada”, recuerda quien puso el broche con un undécimo puesto y nueva marca personal (4:00.31).

El presente de Águeda pasa por “entrenar y estar tranquila una temporada” con el Europeo en pista cubierta de Apeldoorn en marzo y el Campeonato Mundial de Tokio en septiembre. “Quiero un invierno tranquilo, cargar las pilas y poner la cabeza donde debe estar”, asegura. ¿Los Juegos Olímpicos de Ángeles 2028? “No lo he pensado. Quedan cuatro años y la vida da muchas vueltas”, sentencia. Sobre todo en el tartán. 

Un nuevo fenómeno social

Águeda Marqués en la semifinal femenina de 1500 m. en París 2024
Águeda Marqués en la semifinal femenina de 1500 m. en París 2024EFE

Águeda es uno de los grandes nombres propios que nos dejaron los Juegos Olímpicos de París. Más allá de su actuación sobre el tartán del Stade de , las zonas mixtas después de cada prueba, donde mostró su lado más natural y simpático, se hicieron virales en redes sociales con vídeos que han superado la barrera de los dos millones de reproducciones. “Los Juegos son un evento que todo el mundo ve y que tienen mucha repercusión. Sí noto que soy más conocida, pero sigo haciendo las mismas cosas de siempre y siendo la que era antes de París”, asegura. “Es difícil gestionar todo lo que ha venido después porque no he parado de ir de un sitio a otro. Te vuelves un poco loca. A mí me gusta estar tranquila y no he podido volver al 100% a mi rutina”, apunta.

“Un día me encontré en la universidad con unas chicas de 1º de carrera [le quedan dos asignaturas para acabar el Grado en Logopedia] y me pidieron una foto. Fue muy random, algo que no me esperaba, pero claro que me la hice. Yo tan feliz”, comenta quien deshecha, al menos por el momento, incluir la figura del psicólogo en su equipo de trabajo. “No trabajo con ninguno, aunque no lo descarto porque este verano lo he pasado fatal. Lo que pasa es que soy muy rara”, dice. “Yo soy una chica muy positiva, me monto mis películas y al final terminan funcionando. Mi hermano [Marcos] siempre me dice que voy al borde de la catástrofe. Yo tiro para adelante e intento disfrutar, creo que es la clave de todo y algo que llevo tatuado”, apunta.

No puede vivir sin música –“una vez se me olvidaron los iPods y casi me pongo a llorar porque sin música no me puedo concentrar, el mood no es el mismo”, asegura– ni sin la lasaña de su madre. Tiene en su novio, el también atleta Adrian Ben, uno de sus mayores apoyos... menos cuando van de vacaciones. “A mí me gusta descansar y él, desde que te levantas hasta que te cuestas, a hacer turismo sin descanso ni para un café”, confiesa riendo.

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