- Estadísticas Así vivimos el Real Madrid-Real Sociedad
Se acabó. El Madrid de las seis Copas de Europa se se despidió con el 10 a la espalda, el último eslabón de un centro del campo legendario. Modric cerró junto a Ancelotti una etapa dorada rindiendo el último servicio al club de su vida. Trabajaron todos para la Bota de Oro de Mbappé, que hizo doblete ante la Real en un partido casi de exhibición. O de homenaje. De guante blanco. Con un comportamiento exquisito por parte donostiarra. El deporte por encima de la rivalidad. La emoción. El fútbol.
La nostalgia brotaba por las calles que abrazan al Bernabéu desde dos horas antes de empezar el último baile. Las camisetas con el 10 de Modric de todas las temporadas buscaban su puerta para asistir a la última función del mago croata. Junto a él, Ancelotti y Jesús Vallejo, confirmados, más otros tantos por confirmar como Lucas Vázquez, entraban por última vez como entrenador y futbolistas a las tripas del Santiago Bernabéu, donde tantas veces defendieron el escudo blanco. Con Modric había incluso algo de desconcierto. No encaja bien que uno de los mejores futbolistas de la historia dé a conocer el jueves que se va el sábado. Estrella y caballero, aplaudido en decenas de estadios ajenos, desde San Mamés hasta el Camp Nou, mereció que el duelo por su marcha se asimilara durante semanas. Para que el día de ayer doliese algo menos. Como con Toni Kroos. Claro que entonces la decisión no fue del club. Luka, titular hasta el último día, útil toda la temporada, estaba a un año de retirarse por todo lo alto. En el Madrid y en un Mundial. No pudo ser. Las seis Copas de Europa y el Balón de Oro no hacen sombra a la huella gigantesca que deja en el club más grande del mundo. Luka, hvala vam na nogometu i primjeru. Gracias por el fútbol y por el ejemplo.
Fue imposible sacudirse la emoción también con Ancelotti. Anunció en la previa que lloraría. Seguro. Si Modric es el futbolista con más títulos, Carlo es el entrenador más laureado de la historia. En su palmarés debería tener hueco también el trofeo a la lealtad, a la discreción, a la inteligencia emocional, al talento para blindar al Real Madrid de los ataques externos. El futbolista que clavó el primer golazo en aquel 5-0 de San Siro, tan doloroso para una generación, se marcha con un montón de errores cometidos, como dijo el viernes, pero con la conciencia tranquila. Menos que aciertos. Lo demuestran los títulos y el cariño de la hinchada, lo que verdaderamente importa en una vida, calando hondo en los corazones blancos.
Con el resto habrá que esperar. Mención aparte para Lucas Vázquez, que cumplió 400 partidos en una década como madridista. Si las estrellas ganan partidos, las plantillas ganan títulos, y el gallego ha sido pieza esencial en el éxito blanco. No tiene de momento la despedida que merecen sus disposición para cubrir las demandas del equipo. De extremo, de lateral, de interior, donde se le necesitara. Como Nacho un año antes. Piezas esenciales en un club campeón.
Quede aquí también constancia de la pena que produce la marcha de Imanol Alguacil de su casa. De donde te vas cuando crees que das menos de lo que recibes. La Real también cerró ciclo en el Bernabéu, de los mejores de su historia. Un equipo reconocible hasta el último encuentro, pese a las bajas. Porque, ya hablando de fútbol, jugó con grandeza en el Bernabéu y se pudo poner por delante en un mano a mano de Sergio Gómez que le ganó Lunin. Se le trabó el último control.
Como era lógico, el Madrid jugó para Mbappé y su asalto a la Bota de Oro. Le paró la primera Marrero, con mérito, y la segunda. Incluso la tercera, en un penalti por mano de Pablo Marín que Melero, también en su despedida, pitó tras revisión de VAR. Pidió la grada que lanzase Modric, pero entonces no procedía. El meta realista también detuvo el primer lanzamiento del penalti de Kylian, pero ya el segundo, a quemarropa, no logró devolverlo. Heroico el portero, y más cerca del trofeo el francés, tras superar a Gyökeres y ampliar la renta sobre Salah.
A ritmo de amistoso se alcanzó el descanso, pendiente de los posibles cambios que alterasen el pulso. Pudo ampliar la cuenta Mbappé, en un partido de baja tensión. Intervino con acierto Marrero. Como Ancelotti, que relevó a Lucas para que el Bernabéu le rindiera el homenaje que merece. Estadio en pie para despedir a un soldado blanco que rompió a llorar. Quedaba la traca final. El 2-0 de Mbappé, a pase de Vini, por el ángulo corto, y el cambio de Luka, con partido detenido, pasillo de los dos equipos y el madridismo entero puesto en pie, emocionado. En la banda se encontró con Kroos, su socio, que le esperaba al otro lado. Con Modric se marcha un pedazo de la historia gloriosa del Real Madrid.
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