Cuando Vicente Moreno aceptó la oferta de Osasuna para convertirse en el nuevo dueño del banquillo del Sadar no parecía tarea sencilla la de heredar un equipo tan hecho a imagen y semejanza de su antecesor en el puesto. El valenciano no lo dudó y decidió aceptar el reto. Tras cuatro jornadas, parece que no se equivocó. El empate ante el Leganés en la primera jornada sentó las bases de lo que debía ser el equipo rojillo en su estadio. Tras una gran segunda mitad aquel día, los navarros cambiaron el chip y tanto Mallorca como Celta han comprobado en primera persona lo que es visitar El Sadar.
Queriendo vivir lo más lejos posible de su área. Así quiere jugar el equipo de Vicente Moreno. Para eso fueron al mercado a pescar en Valladolid al bueno de Enzo Boyomo. Pues antes de enseñar al Sadar cómo defiende, ya había anotado un gol en un rechace tras una jugada ensayada de córner. Con Sergio Herrera viviendo como hombre libre, el recién llegado Boyomo y un gran Catena, Osasuna quiere crecer lejos de su portería. Algo que logró durante buena parte del partido, precisamente el tiempo que tardó Giráldez en tirar de recursos para intentar cambiar el guion del encuentro en el descanso.
A ese momento llegó el partido con Osasuna arriba en marcador tras el mencionado tanto de Boyomo y un autogol de Carlos Domínguez antes de enfilar el camino a vestuarios. Antes, había empatado Borja Iglesias, tras una jugada de muchos quilates del nuevo internacional Óscar Mingueza. Jugadón con cañito incluido antes de regalar el balón del empate. Muy merecida esa llamada de Luis de la Fuente.
Los tres cambios en el intermedio del míster celeste provocaron que el campo se inclinase en dirección a la portería de Sergio Herrera. La pendiente no debió parecerle suficiente a Abel Bretones que tras una cabalgada reventaba el partido con un zurdazo cruzado ante el que nada pudo hacer Iván Villar.
Como decíamos, el segundo tiempo cambió por completo y nos enseñó un Celta mucho más dominador, pero sin encontrar el premio de recortar distancias. Osasuna se encontraba cómodo en una versión muy diferente a la del primer acto. Tocaba defender el área y buscar la contra. Así había llegado el tanto de Abel. Un gol que a la postre fue definitivo.
Nada hacía prever los últimos minutos que iba a vivir El Sadar. El Celta, que se había quedado con uno menos tras la expulsión de Alfon por golpear con la bota en la cara a Areso recortó distancias con un autogol de Moi Gómez. Uno de los goles más tontos de la temporada sin duda. El descuento llevó al estadio navarro al borde de un ataque de nervios hasta que Martínez Munuera pitó el final. Osasuna es otro en El Sadar.
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