Entre Old Trafford y la Basílica de San Pedro en el Vaticano hay cerca de 2.200 kilómetros de distancia. En Old Trafford se otorga plaza en la final de la Europa League del 21 de mayo y en la Ciudad del Vaticano se ha iniciado el cónclave que elegirá un nuevo Papa para el cristianismo tras la muerte de Francisco, al que la UEFA homenajeó en la primera jornada de semifinales. Entre Old Trafford y el Vaticano hay multitud de creyentes.
El cristianismo pone el ojo en la chimenea que desde la Capilla Sixtina anunciará el resultado de las deliberaciones con un humo significativo y en en el estadio del Manchester los entusiastas que viven la pasión del fútbol desde el lado del Athletic imaginan una noche para el recuerdo. Creer y creer para volver a creer. El fútbol y el Athletic necesitan de la máxima emoción posible para que esta eliminatoria no se haga raruna y hosca en el recuerdo de sus aficionados.
El Athletic nunca se ha visto en nada igual. Levantar un 0-3 en una semifinal europea se divide entre la heroicidad y lo esotérico. ¿Pero...y si sí? Convertirse en finalista exigiría de una concatenación de hechos sublime, aunque con la ineludible premisa de que ganar y golear. El Athletic necesita ganar este partido para constatar que su vida europea no ha sido un sueño. Ganar en Old Trafford, aunque el viaje europeo toque a su fin, le permitiría recuperar la condición que le ha acompañado durante toda la temporada y dotaría al resto del curso de una energía especial en eses propósito de ser cuarto en la Liga, jugar la Supercopa .
Tornado de dificultad
La remontada pasa por llevar al máximo la frase que lanzó Nico antes de jugar en San Mamés: “En los grandes partidos es cuando aparecen los grandes jugadores”. Y ese día, lastrado por una pubalgia, Nico no estuvo a la altura de lo que demandaba la ocasión. El extremo internacional no podrá ni intentarlo porque es baja, igual que su hermano Iñaki, Sancet o el sancionado Vivian.
La tormenta de la dificultad ya es un tornado. El oficio de Maguire -que en San Mamés se permitió también jugar de extremo y dar un pase de gol-, la capacidad de Casemiro o la extraordinaria calidad de Bruno Fernandes necesitan un contrapeso en futbolistas como Yeray, Berenguer, Galarreta, Yuri… No es una noche de capitulaciones, es una noche de batalla. Aunque la guerra parezca perdida.
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