- Atlético de Madrid. Correa y diez más para la despedida en Girona
Ángel Correa se acababa de quedar solo sobre el tapete del Metropolitano. Primero, para ir al fondo a entregar su camiseta y agradecer, siempre agradecer, el apoyo recibido durante una década. Con lágrimas en los ojos y rodeado de los suyos. Porque alguien que se ha llevado palos durísimos en su vida siempre se rodea de su gente.
Así, durante una hora, paseó sobre su campo, porque siempre será suyo. Con su mujer, sus hijas, sus hermanos, sus amigos. Todos los que le han sujetado mientras su talento para el fútbol les ayudaba a tener una vida que jamás habría soñado quien difícilmente tenía para comer y cenar el mismo día.
Este detalle, que no es baladí, explica el cariño que despierta el 10. Un 10 en la vida y un 10 a la hora de despedirse de manera improvisada. No hubo homenaje del club porque su adiós no está confirmado como ya se encargó el club de aclarar (insisten que se irá si se paga lo que entienden que cuesta) en quizá el único borrón de los últimos días, pero entre la grada, él mismo y todos los que componen el día a día rojiblanco se lo brindaron. Mientras Correa lloraba.
Y mientras Angelito se hacía las últimas fotos en el Metropolitano el que más le conoce le definía a la perfección. Nadie como Simeone, su único técnico en Europa, puede explicar mejor lo que ha supuesto el argentino para el club: “Es un emblema del Atlético de Madrid, la gente lo quiere mucho por su compromiso, entrega, talento, por llegar de joven al club y representarlo de la mejor manera".
Capitanes y empleados
De lo vivido en la noche del domingo, dos detalles. Que su vuelta de honor tuvo una compañía especial, la de Koke. El capitán sabe mejor que nadie que Angelito ha representado los valores de su Atleti. Estaba cuando un adolescente Correa regateó un problema grave de corazón con la misma naturalidad con la que quiebra defensas en el área.
Pero al igual que Koke y Oblak le quisieron despedir con aplausos lo hicieron los que conviven en el día a día rojiblanco. Ya saben, los que mueven la maquinaria y hacen que todo esto perfecto aunque no vistan de corto. Ellos también le abrazaron cuando Correa ponía fin -al menos así lo entiende él- a su década de rojiblanco demostrando que su huella ha sido mucho más profunda que los 88 tantos, el puntín y demás genialidades.
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