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Tanto relumbrón tienen marcas como Ferrari, Porsche, Bugatti, Aston Martin o Maserati, que a menudo solo los verdaderos aficionados al automovilismo han oído hablar de otros fabricantes que también han despertado grandes pasiones. Una de estas marcas es la italiana Iso, creada en 1938. Con motos populares y vehículos tan originales como el Isetta (un diminuto coche urbano al que se entraba por una puerta frontal), a partir de 1957 su presidente, Renzo Rivolta, decidió un cambio de dirección en al compañía y comenzó a producir modelos más elitistas.
Fruto de este nuevo enfoque llegó en 1965 el Iso Grifo, un deportivo que equipaba motores de 5,4 y 7 litros y que podía competir de tú a tú con los deportivos de las marcas más asentadas.
Solo se construyeron 26 ejemplares del Iso Grifo de primera serie (la segunda tendría un frontal ligeramente más aerodinámico) con volante a la derecha y una de ellas fue esta que ves, que recibió el número de chasis 17241EE y tiene una historia de lo más curiosa.
Visita al Gran Premio de Italia
Su trayectoria comenzó cuando el importador de Iso en Reino Unido propuso a la revista británica Autocar (la publicación de coches más antigua del mundo, fundada en 1895) si querían ir a recoger esta unidad en la fábrica de Bresso (en la región de Lombardía, cerca de Milán), para después ir con el coche al Gran Premio de Italia de motociclismo de 1967 y emplear el coche para volverse hasta Reino Unido.
La oferta fue aceptada, por supuesto, y unos días más tarde John Bolster, redactor de esta revista, escribiría que no se "podía imaginar un viaje más delicioso, con el coche alcanzando los 240 km/h con facilidad y con buena estabilidad".
Junto a los Beatles
Aquel coche, ya en Reino Unido, siguió su peculiar historia cuando fue elegido para aparecer en la película documental Magical Mystery Tour, de los Beatles, grabada en 1967, . Tras ello, se puso en venta y quien fue en su busca fue el piloto Mike Hailwood, que quizá lo estaba esperando desde que lo viera en el paddock durante el Gran Premio de Italia. Hailwood, nueve veces campeón del mundo, con 75 victorias y 14 victorias en el Tourist Trophy de la Isla de Mann, es considerado como uno de los mejores pilotos de la historia. Con el añadido que hoy día nos parecería increíble de haber competido también en Fórmula 1.
Pero el británico no lo quería para rodar por las elegantes calles londinenses, sino que se lo llevó a Sudáfrica, que no se antojaba un entorno demasiado adecuado para un coche con 350 CV tratando de ser domados sobre unas carreteras mejorables. La consecuencia fue que Hailwood sufrió lo que llamaron "un grave altercado con una vaca". Es decir, que se llevó al pobre animal por delante.
El deportivo en principio quedó dañado hasta el punto de que lo más razonable parecía darlo por acabado. Sin embargo Hailwood se empeñó en arreglarlo y solo lo consiguió gracias al personal de su equipo de carreras, que consiguió devolverlo a su condición original tras recibir muchas nuevas piezas por parte de la fábrica.
El padre de Lewis Hamilton
Tras ello, el coche se envió a Inglaterra en 1972 y en 1973 recibió su placa británica: PLD338L. Más tarde, ya en 2007, fue sometido a una restauración completa en Alemania antes de ponerse de nuevo a la venta. Quien lo compró entonces fue Anthony Hamilton. Quizá el nombre no te diga nada, pero si te decimos que es el padre de Lewis Hamilton y que lo compró para empezar a engrosar su actual colección de coches, quizá entiendas hasta qué punto se trata de un coche muy valorado.
Tanto, que ahora que Iconic Cars vuelve a tramitar su venta (se ve que Hamilton padre se ha cansado del coche) ni siquiera dan el precio. Pero teniendo en cuenta su historial, el medio millón de euros lo supera con claridad.
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