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Ya era hora. Con la salvedad del culebrón de Mbappé, después de años fichando laterales de perfil bajo, mediocentros prometedores y brasileños que aún no tenían dientes futbolísticamente hablando, el Real Madrid se ha fijado en un jugador que te pone en pie del sofá: Nico Williams. Por fin un nombre que suena a presente, no a 2032. Y además español, para que no se nos olvide que este club también puede pescar en casa sin que Florentino tenga que sellar el pasaporte.
Nico tiene 22 años, una cláusula que parece muy barata y más electricidad que la red de San Mamés. Juega en la izquierda, aunque es diestro, regatea como si tuviera cinco piernas y, encima, defiende. Una utopía con peinado moderno. Su llegada no solo liberaría a Vinícius de tener que desbordar hasta en los entrenamientos, sino que devolvería algo de acento nacional a un vestuario que, entre tanto carioca y francófono, ya parece una reunión del G20.
El Barça, mientras tanto, con su eterno “estamos en la ruina pero atentos al mercado”, ha dejado pasar el tren por segunda vez. Laporta está en modo modo ahorro de energía y se arrepentirán.
Y ojo, porque esto también encaja en la calculadora: si Rodrygo se va a la Premier, Nico entra directo por la puerta grande, sin regatear ni un céntimo con el Athletic. ¿El único riesgo? Que haya que repartir focos con Vinicius, Bellingham y Mbappé. Porque Nico no vendría a parchear nada. Si llega, lo hará para incendiar la banda izquierda. Y a lo mejor, también la Liga.
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