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Preguntó nuestro Yon Cuezva y contestó Take Kubo al término del partido de la Real Sociedad en Dinamarca. Vinicius, Arabia, la élite y los petrodólares. El nipón fue tajante: “Me gusta el fútbol bueno, no el fútbol caro”.
Una opinión como otra cualquiera que pudiera ser en sentido contrario, ya que son muchos los que prefieren ganar pasta y asegurar un futuro de lujo y derroche en lugar de trascender en el tiempo con su juego y conexión con sus aficionados. Formas de ver la carrera profesional y afrontar un trabajo que tiene mucho de vocacional, pero que no deja de ser un medio de vida de corta duración con opciones de asegurarte la pensión de jubilación.
Kubo dejó Japón buscando la gloria en España, y terminó en el Real Madrid. También el dinero que seguramente nadie le alcanzaba en los principales clubes de su país. Una historia mil veces repetidas en este negocio.
Lo que me llama la atención de este debate es la intransigencia del que podemos llamar bando emocional, bando de los que consideran Arabia o Qatar, o Emiratos, o cualquier otra liga emergente como una castaña pilonga donde únicamente va uno a ganar dinero. Como si eso fuese algo malo o delictivo. No entienden que no entiendan su postura de codearse con los mejores, de competir al máximo nivel en torneos bien organizados y de prestigio. De los que te permiten firmar el nombre en los libros de historia. Ayer, en la presentación del libro de Nacho Labarga recopilatorio de los cincuenta nombres principales en el Real Madrid, tanto Paco Buyo como Miguel Ángel Portugal, más de quinientos partidos entre ambos en el Bernabéu, coincidieron a la hora de explicar que es el Madrid el que te elige y es el Madrid el que te deja y que, a pesar de haber disfrutado de otras experiencias en otros clubes, nunca fueron tan felices como vestidos de blanco.
Desconozco que hará Vinicius y que prioriza Vinicius. Haga lo que haga lo entenderé. El dinero no da la felicidad. La obligación de ganar títulos y de no poder fallar ni un solo día, tampoco.
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