Además de dar nombre a un grupo musical somalí, célebre en el tramo final del pasado siglo, Waberi es un distrito del suroeste de Mogadiscio (capital del país africano con una población que ronda los tres millones de habitantes). Situado junto al mar y en el que, por ejemplo, se encuentra el aeropuerto internacional Aden Adde, el barrio en cuestión sirvió recientemente, en concreto el 19 de enero, como sede para un acontecimiento, la final del campeonato de fútbol sala, que no tendría excesivo recorrido referido a muchos otros países, pero que en el caso de Somalia supone todo un paso adelante. Porque la pelota llevaba 15 años sin rodar a nivel oficial en dicha disciplina, consecuencia, una más, de la devastación provocada por décadas de guerra y terrorismo. La destrucción de infraestructuras incluye en ese sentido, por supuesto, a las instalaciones deportivas.
En Waberi se reunieron numerosos hinchas, en fin, para presenciar el partido que se habían ganado el derecho a disputar Al-Zukhri y KPP, después de imponerse respectivamente en las semifinales a Anzanzalooti y Jazeera y de un torneo que habían disputado otros 11 equipos para un total de 15 durante aproximadamente un mes. El duelo por el título resultó emocionante, además, porque el tiempo reglamentario finalizó con empate a uno y hubo de disputarse una tanda de penaltis resuelta a favor del primero de los mencionados en este párrafo (3-2), todo ello con el epílogo de una entrega de trofeos en la que también tuvieron sus pertinentes reconocimientos el MVP o el máximo goleador y de un discurso de clausura ofrecido por Ali Abdi Mohamed, presidente de la Federación somalí de fútbol, que había contemplado las evoluciones de los jugadores acompañado por su número dos en el estamento, Yusuf Muhudin.
Era una de mis prioridades y gracias a Dios lo hemos conseguido; se pudo jugar de noche porque ha mejorado la seguridad
“La recuperación del campeonato de futsal ha sido siempre una de mis prioridades”, explicaba satisfecho el máximo dirigente. “Hace tiempo que tenía en mente la posibilidad de que se reanudara y gracias a Dios hemos podido conseguirlo. Además todos los partidos de la competición se han disputado de noche, ya que la situación de seguridad ha mejorado en la capital”, añadía, consciente de que durante demasiado tiempo fue imposible jugar en tales condiciones, precarias aún hoy en día, pero en todo caso suficientes. “El fútbol ha desempeñado un papel clave en la consolidación de la paz de nuestro país, la integración de la juventud y el desarrollo en muchos sectores, incluido el empresarial”, señalaba también aludiendo al ‘hermano mayor’ del fútbol sala, que, sin haber desaparecido del mapa durante tanto tiempo, ha sufrido asimismo, lógicamente, las repercusiones del conflicto bélico.
El gobierno somalí, de hecho, apenas está en condiciones de prestar soporte a cualquier actividad deportiva, de modo que el progreso en ese ámbito pasa por el Comité Olímpico Internacional o, en el caso concreto del balón, por la Confederación Africana de Fútbol y por la propia FIFA. No resulta extraño, así las cosas, que la última de estas instituciones, la que preside Gianni Infantino, habiendo brindado asesoramiento y apoyo financiero para el desarrollo de la misma, haya presumido después de la competición recién organizada. Meses antes, en julio de 2024, ya se había producido una reunión entre el italosuizo y el citado Ali Abdi en París. “Hemos mantenido una conversación sobre la situación del fútbol en su país y sobre la labor que están realizando para que más gente pueda practicar este deporte”.
Precisamente el programa Forward de la FIFA ha servido para que Somalia recibiera apoyo para la formación de su personal, incluso de sus directivos, o del de otras organizaciones no gubernamentales que llevan a cabo proyectos sociales relacionados con el deporte, todos a través de la Universidad Nelson Mandela de Port Elizabeth (Sudáfrica), o para el despliegue de infraestructuras que favorecieran el desarrollo deportivo. “La SFF ha empleado los fondos de un modo excelente, por ejemplo para construir una nueva sede para la Federación. En la reunión también hemos abordado de qué manera puede seguir beneficiando nuestro plan al fútbol somalí. Será un placer continuar colaborando”, certificaba Infantino, poniendo además un nuevo ejemplo: “Hablamos de la importancia de ofrecer oportunidades de competición para las selecciones nacionales del país”.
El fútbol sala aún anda lejos de configurar dicho combinado, pero el fútbol, después de años de guerra en los que cualquier torneo tenía carácter oficioso y no servía para clasificaciones de nivel internacional (Liga de Campeones en el caso de los clubes), ha conseguido los vistos buenos necesarios para, por ejemplo, disputar la fase de clasificación para el próximo Mundial de 2024. Encuadrada en el grupo G, junto a Guinea, Mozambique, Uganda, Argelia y Botswana, de momento Somalia cuenta los cuatro partidos disputados por derrotas, cierto es que dos de ellas mínimas y las otras por dos goles de diferencia. Nadie ha goleado a la escuadra que dirige el marroquí Rachid Lousteque, por más que siga ocupando el 202º puesto en el ranking global, apenas con Guam, Liechtenstein, Bahamas, Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Islas Vírgenes Estadounidenses, Anguila y San Marino por detrás.
Hablamos de la importancia de ofrecer oportunidades de competición para las selecciones nacionales del país
Somalia afronta, conviene aclararlo, el reto añadido de disputar sus partidos como local fuera del territorio nacional, precisamente a cuenta de esa inseguridad provocada por la guerra. De hecho, en lo que a cualquier tipo de competición nacional respecta, debe matizarse que escribir Somalia equivale a escribir Mogadiscio: de la capital o de sus alrededores son los equipos en liza o los escasos estadios habilitados, lógico si se tiene en cuenta el riesgo inherente a cualquier desplazamiento en un país cuya población civil sigue sufriendo las peores consecuencias del conflicto entre el gobierno y sus aliados internacionales, por un lado, y del grupo yihadista Al Shabaab, por otro. Más allá de la mejoría producida desde entonces (y de acuerdos como el alcanzado con Etiopía, rebajándose la tensión en el conocido Cuerno de África), el último informe presentado por Amnistía Internacional resultaba demoledor en ese sentido.
“Todas las partes cometieron con impunidad abusos graves contra el derecho internacional. La inseguridad, la sequía, las inundaciones y la crisis alimentaria provocaron además el desplazamiento de más de 2,9 millones de personas y una terrible crisis humanitaria. Las poblaciones internamente desplazadas hacían frente a violaciones de derechos humanos, y las mujeres y las niñas estaban especialmente expuestas a sufrir violencia de género y violencia sexual relacionada con el conflicto. Se restringía el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de expresión o a la de reunión pacífica”, podía leerse entre otras cuestiones respecto a un estado que desde 2022 y por segunda vez (ya ocupó el cargo entre 2012 y 2017) preside Hassan Sheikh Mohamud.
Aludía dicho informe a la situación de la mujer, cuya aportación al deporte, específicamente al fútbol, también debe considerarse. Porque en noviembre de 2024, con ocho equipos en liza y bajo el lema ‘Más allá de las barreras’, pudo celebrarse por fin el primer torneo femenino en la historia del país, que se espera sirva como punto de partida para una liga exclusiva. La SFF había organizado durante varios meses seminarios de sensibilización para cambiar la opinión de aquellos padres que no permitían a sus hijas jugar al fútbol. “Es otro hito en línea con un pilar importante de la recientemente publicada Estrategia del Fútbol Femenino de la FIFA 2024-2027: aumentar la participación”, consideraba Infantino; “nuestros esfuerzos han dado sus frutos y seguiremos organizando programas de formación. Se trata de una estrategia que ha dado resultados positivos”, explicaba por su parte Ibtisam Yassin, líder de fútbol femenino de la Federación, que también ha contado con la ayuda de Doreen Nabwire, responsable de desarrollo del fútbol femenino en Kenia y que, como experta en el mismo, comparte sus experiencias, tal es el caso, con otros de FIFA. Su país celebraba recientemente la clasificación de su selección femenina sub 17 para el próximo Mundial.
Antes incluso del torneo en cuestión, el 8 de marzo se había disputado el primer partido oficial de fútbol sala femenino en Somalia. Resulta obligado, abandonando Mogadiscio, atender a lo que está sucediendo en Somalilandia: a pesar de que los valores tradicionales y religiosos influyen profundamente en las normas sociales, grupos de mujeres decididas tratan de superar cualquier tipo de traba a través del deporte. Enfrentando la resistencia cultural, las acusaciones de ‘occidentalización’ e incluso esa oposición de sus propias familias, ellas desafían los estereotipos participando en fútbol, baloncesto u otro tipo de entrenamiento físico, demostrando que el deporte es para todos independientemente del género. El Ubah Inspire and Fitness Center de Hargeisa, a más de 1.000 kilómetros de la capital, sirve para que ruede la pelota en lo que supone todo un desafío a lo establecido: al fin y al cabo, y a pesar de los avances, sigue siendo uno de los lugares menos seguros del planeta para la mujer, considerada ciudadana de segunda.
El fútbol ha tenido un papel fundamental en la consolidación de la paz y en el desarrollo de otros sectores, incluido el empresarial
¿Y qué es Somalilandia en lo que a Somalia respecta? Pues un territorio situado al norte que aún lucha por el reconocimiento oficial más de tres décadas después de haber declarado su independencia. De hecho funciona de forma autónoma, con sistema político propio, Parlamento democrático, fuerza policial, bandera, moneda o emisión de pasaportes, pero sin que la ONU, la Unión Africana, la Liga Árabe o cualquier país concreto haya dado su visto bueno a esa existencia. Tampoco Mogadiscio, faltaría más, aunque afortunadamente se ha pasado de lo que fue un genocidio sobre la población septentrional, reconocido por Naciones Unidas, a conversaciones de paz que arrancaron la pasada década, pero en las que Somalia siempre se ha negado a incluir la integridad del país. En cualquier caso, otro factor de inestabilidad. Como el de Puntlandia, al noreste del territorio somalí y al este precisamente de Somalilandia.
“Ahora que el fútbol sala está en marcha y plenamente recuperado, nuestro próximo paso es recuperar las actividades de fútbol playa. Nuestra gente ama más el del balón que cualquier otro deporte”, completa Ali Abdi, que se felicita por las “altas habilidades, buena moral y esfuerzos continuos” que han demostrado los jugadores. Desde luego, un simple vistazo a las imágenes ofrecidas por los propios organizadores aclara que aquello fue una fiesta. Y que puede ser un síntoma, ojalá, en la recuperación de quien está acostumbrado a verse en la primera o segunda posición anual del Índice de Fragilidad de los Estados que ofrece la organización Fund for Peace (Fondo para la Paz). “Crónicamente inestable, sin gobierno y amenazada por militantes islamistas, piratas y la hambruna”, lo último que perderá Somalia es la esperanza. Precisamente lo que representa el deporte.
Un ochocentista, único representante en París 24
Los de París el pasado verano fueron los undécimos Juegos Olímpicos para Somalia, país que se estrenó en Múnich 72, pero que se perdió tanto las dos siguientes citas como Barcelona 92 por motivos políticos. Eso sí, la representación en Francia fue mínima: la delegación apenas contaba con un deportista, el ochocentista Ali Idow Hassan, que lógicamente ejerció como abanderado de la misma durante el desfile inaugural por el río Sena, que compitió por invitación expresa del COI y que fue eliminado en primera ronda. El contador histórico somalí, en cuanto a medallas, permanece todavía a cero. Sí tiene por ejemplo Moh Ahmed, de origen somalí pero de nacionalidad canadiense.
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