Observen las imágenes superiores. En la principal, en Qeqertarsuaq, el campo está situado en línea de costa, por lo que se juega al lado de icebergs que se desplazan por la bahía de Disko. A la izquierda, el sol de un atardecer veraniego brilla sobre la ciudad de Qaqortoq... y sobre su terreno de juego. En el centro, superficie para jugar al fútbol en Qooqqut, en el fiordo cercano a Nuuk. Por fin, a la derecha, en Paamiut se practica el balompié entre viviendas y fábricas.
Son parajes que impresionan, separados además por muchos kilómetros.
Es Groenlandia.
Es una enorme isla (más de 2.000 millones de kilómetros cuadrados) situada entre el Atlántico Norte y el Ártico. Es un territorio dominado lógicamente por la nieve y el hielo durante buena parte del año. Es una superficie que concentra a la mayor parte de su pequeña población (no alcanza las 60.000 personas) en las zonas menos hostiles para el ser humano. Es el maravilloso escaparate del sol de medianoche o de las auroras boreales. Es, por cierto, más allá de un elev ado grado de autonomía, parte del Reino de Dinamarca.
Tendríamos la oportunidad de demostrar el potencial de un país enorme
Pero también, según Donald Trump, es la tierra cuya propiedad y control son “una necesidad absoluta” para Estados Unidos en términos de “seguridad nacional y libertad global”, discurso que ha provocado un interesante debate sobre el anexionismo que en todo caso no es nuevo. Después de la Segunda Guerra Mundial, de hecho, ya hubo una oferta de compra por 100 millones de dólares. El propio Trump, en 2019, discutió con sus asesores un nuevo intento al que ahora parece decidido. “Groenlandia es nuestra. No estamos en venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra larga lucha por la libertad”, responde de momento Múte Egede, primer ministro de la isla, que por su parte persigue la independencia, que en ese sentido ha presentado ya un proyecto de Constitución y que, en todo caso, ofrecía hace días una comparecencia conjunta con su homóloga danesa Mette Frederiksen, en la que ambos se mostraban dispuestos a estrechar los lazos existentes con Washington.
Que al fin y al cabo se encuentra a menos distancia que Copenhague de Nuuk, la capital groenlandesa. Por ahí, por la peculiaridad geográfica (y por supuesto por los intereses económicos en rutas comerciales, yacimientos de gas y petróleo o minerales valiosos), pasan también las reivindicaciones.
Regresemos al fútbol, en todo caso...
Que se juega, a pesar de las dificultades en lo que a orografía y clima respecta. Kenneth Kleist, presidente de la KAK (Kalaallit Arsaattartut Kattuffiat, léase Federación local), responde a las preguntas de Primera Plana desde una visión evidentemente optimista: “El estado actual del fútbol en Groenlandia es enormemente bueno. Se trata, con diferencia, del deporte más popular. Tenemos jugadores de todas las edades y todos los géneros, dispuestos a jugar en todo tipo de superficies y en todo tipo de climas. Hay alrededor de 5.600 futbolistas registrados en Groenlandia, lo que lo convierte en uno de los países que más juega ‘per cápita’”.
En lo que a las superficies respecta, conviene matizar que el césped natural es un recurso limitado y que, más allá de superficies de tierra o del “fútbol de interior” que se practica en invierno (fútbol sala), se han ido construyendo hasta 18 campos de artificial. “Lo que significa que jugamos un fútbol sólido y técnico, mezclando habilidad y dureza”, añade el dirigente.
Sabemos desde hace años que la Concacaf es el lugar adecuado para nosotros...
“El campeonato de Groenlandia puede ser uno de los más difíciles del mundo”, insiste Kleist. “38 clubes de todo el país juegan rondas preclasificatorias y los ocho mejores se enfrentarán durante un torneo en el que juegan casi todos los días de una semana de verano. El ganador, por ejemplo, habrá jugado seis partidos en esos siete días. Es una competición muy popular. Todo el mundo sigue la fase final, entre otras cosas porque cada partido se transmite en directo por la televisión nacional”. El Boldklubben 1967 o B-67, precisamente de Nuuk, domina hasta ahora el palmarés de dicho torneo doméstico.
La cuestión es que el fútbol groenlandés quiere más. Quiere, por ejemplo, una selección propia que pueda desempeñarse a nivel internacional. El pasado mes de junio disputaba en Turquía un partido amistoso ante Turkmenistán, resuelto con una goleada en contra (0-5) que se antoja lógica si se atiende al carácter amateur de los futbolistas (las escasas excepciones juegan en Dianmarca) o al hecho de que el precedente anterior haya que buscarlo en 2013, ante Bermudas, pero se trata directamente de encontrar reconocimiento en los organismos que rigen el fútbol. “Sentimos que merecemos jugar partidos oficiales bajo nuestra propia bandera, como todos los demás. Tenemos que establecer nuevas ambiciones y estándares para el fútbol groenlandés, y la única manera de hacerlo es así. Significaría mucho para jugadores, entrenadores y clubes, porque tendrían la oportunidad de demostrar que el nuestro es un país con mucho potencial. Y aquí estoy hablando cultural, comercial y futbolísticamente”, detalla el presidente.
Groenlandia no está entre las 211 federaciones afiliadas a la FIFA ni puede unirse a la UEFA, a la que pertenece su país de origen, por un estatuto que excluye a regiones no independientes. Llama la atención en ese sentido el caso de Islas Feroe, que también pertenecen a Dinamarca pero que se desempeñan con normalidad en las eliminatorias para Eurocopas o Mundiales, pero se trata de una decisión tomada en 1990... antes de que entrara en vigor el citado estatuto. Litigios posteriores como el de Gibraltar, que afecta directamente a España, tuvieron que pasar por el Tribunal de Arbitraje Deportivo. La solución para la isla, en fin, parece pasar por Concacaf, otra de las confederaciones del fútbol mundial, en su caso de la Asociación del Norte, Centroamérica y el Caribe. Por dos razones fundamentales: la cercanía geográfica a la que ya se aludió... y el hecho de que entre sus 41 ya haya territorios de ultramar (Aruba, Guadalupe, Martinica...) que no se constituyen como estado y que tampoco forman parte de la FIFA.
El fútbol es, con diferencia, el deporte más popular de Groenlandia
Así que la KAK (con el apoyo por cierto de la DBU danesa) pidió oficialmente hace unos meses, concretamente en mayo, su incorporación a la Concacaf. “No es algo que sucedió de la noche a la mañana. Hemos preparado la solicitud durante varios años, porque sabíamos desde hace tiempo que había ciertos criterios que debíamos cumplir desde los puntos de vista organizativo, estructural y comercial. Cuando eso se resolvió, estábamos listos”, desmenuza Kleist durante la charla. “Desde hace años sabemos que es el lugar adecuado para Groenlandia. Geográficamente está más cerca de otras naciones, el nivel en la Liga de Naciones de la CFU [Unión de Fútbol del Caribe] nos viene bastante bien y la UEFA es territorio cerrado”, completa.
Quiere dejar claro, eso sí, que no está molesto con la postura de la institución europea que en la actualidad preside el esloveno Alexsander Ceferin: “La UEFA decidió hace 25 años que sólo aprobaría a los países que estuvieran certificados por la ONU. Groenlandia nunca obtendrá esa aprobación mientras sea parte del Reino de Dinamarca. Y si nosotros, en teoría, fuéramos una nación soberana, naturalmente seríamos parte de Concacaf debido a nuestra posición en el mapa. Por lo tanto no nos sentimos defraudados por la UEFA y nos esforzamos seriamente por ser el cuadragésimo segundo miembro de Concacaf. Es algo que nos merecemos y por lo que hemos estado trabajando duro”.
Ni siquiera esa supuesta incorporación evitaría dificultades a nivel logístico aunque ya haya aeropuerto internacional en Nuuk, al fin y al cabo Toronto como sede más cercana estaría a casi 3.000 kilómetros y los países de América Central a más de 5.000, pero ese tipo de cuestiones, siempre que exista un soporte a nivel financiero (se supone que aumentarían los patrocinios y que en general se profesionalizaría todo lo que rodea al fútbol), no preocupan especialmente teniendo en cuenta que cualquier groenlandés está acostumbrado a desplazamientos complicados incluso a nivel interno: no hay carreteras entre núcleos habitados, ni una infraestructura hotelera suficiente, así que cualquier viaje se hace por aire o por mar.
¿Trump? En la KAK dejamos que nuestros politicos dirijan las discusiones
Y luego está lo del estadio nacional, uno de los requisitos exigidos en lo que al reconocimiento respecta. Se supone que de 40.000 personas, lo que equivaldría a un porcentaje de población superior al 70%, aunque en ese sentido hay numerosas excepciones, pero en todo caso mejor que el actual, considerando como tal el de Nuuk, sin gradas como tales y con una capacidad aproximada de 2.000 espectadores... en las zonas rocosas que lindan con el terreno de juego. La KAK se plantearía incluso jugar los primeros partidos locales como selección oficial en Islandia, otro de los países con los que existe desde hace años una relación privilegiada.
Kenneth Kleist, al cierre de la conversación, se desmarca de la tensión generada por Trump. Lo suyo es el balón. “En la Asociación de Fútbol dejamos que los políticos de nuestro país dirijan las discusiones. Nuestra solicitud y nuestro diálogo con la Concacaf llevan en marcha algún tiempo ya. Vamos a ir a Miami el 27 de febrero para discutir los próximos pasos, pero esa reunión estaba programada desde antes de Navidad, por lo que no tiene nada que ver con el enfoque geopolítico actual”. Sea como fuere, Groenlandia quiere jugar.
Camisetas oficiales que nacen de la capa de hielo
“Hoy estamos orgullosos de presentar un nuevo diseño de camiseta para KAK, que combina innovación, sostenibilidad y los valores del deporte”. A la espera de que se concrete o no su incorporación al circuito oficial del fútbol, la selección de Groenlandia ya dispone de equipaciones oficiales, la primera (roja) para jugar como local puesta de largo en diciembre con el párrafo que introduce este texto, la segunda para desempeñarse como visitante conocida hace apenas unos días. “Esta camiseta nace del hielo. Su diseño refleja los patrones infinitos y el poder silencioso de la capa: un tributo al paisaje helado que nos conecta y vive dentro de todos nosotros. Nos recuerda que no estamos separados de esta tierra: somos esta tierra”, puede leerse respecto a una elástica azul con texturas blancas y adornada con ‘avittatter’, patrón distintivo de Groenlandia, tanto en las mangas como en el ribete y en el cuello.
Y es que fue en julio de 2024 cuando la Federación local alcanzó un acuerdo de colaboración con la marca de ropa deportiva Hummel para fortalecer el desarrollo del fútbol como mayor sector deportivo del país. Uno de los primeros resultados concretos del convenio son las equipaciones de los equipos nacionales, que también pueden adquirirse ‘on line’ y que se pueden convertir en piezas de colección.
GrønlandsBanken, el único banco comercial de Groenlandia, que tiene su sede central en Nuuk y que cotiza en la Bolsa de Copenhague, sigue siendo por otra parte el patrocinador principal de una selección para la que su Federación sigue buscando otros mecenas.
Gronkjaer, ex del Atlético nacido en Nuuk
“Cometí un error marchándome, porque en el Atlético era feliz. Me gustaban el fútbol, el idioma y la cultura”, afirmaba Jesper Gronkjaer en una entrevista concedida a MARCA años después de vestir la rojiblanca, algo que apenas hizo durante unos meses (llegó del Birmingham en el mercado invernal de la 04-05 y se marchó al Stuttgart el verano posterior). El futbolista había nacido en Nuuk, capital de Groenlandia, pero lógicamente fue internacional con Dinamarca.
Comentarios