En estas circunstancias llegó el cónclave de 2013. El argentino contaba con el apoyo del anterior Papá, aunque no figuraba para los medios entre los papables más sonados. Pero, por el resto de electores, Bergoglio era considerado como un candidato reformista, aunque a la vez continuista, capaz de liderar y reestructurar la Iglesia.
De ahí que, el 13 de marzo de 2013, tras un primer día sin fumata blanca, fuese elegido como máximo Pontífice en la quinta ronda de votaciones del segundo día de cónclave. Una hora más tarde salió al balcón de la Basílica de San Pedro, ya como Papa Francisco, en honor a San Francisco de Asís, el santo de los pobres.
Su nombramiento supuso numerosos hitos en la historia de la Iglesia. Fue el primer Papa de procedencia americana y el primer no europeo desde el año 741, año en el que murió Gregorio III, de origen sirio.
Desde el comienzo de su mandato, dejó claro sus ideales y valores rupturistas y humildes. Se instaló en la casa de huéspedes del Vaticano en lugar de en el Palacio Apostólico. Asimismo, renunció al coche oficial para viajar en un Fiat.
Durante todos sus años al frente de la Iglesia, abogó por la justicia social y por cambiar la concepción de la Santa Sede sobre diferentes cuestiones. Se mostró partidario de luchar contra la discriminación de las mujeres, transexuales y homosexuales por parte de la Iglesia. Además, se posicionó a favor de los inmigrantes refugiados, como hizo en su visita a la isla sureña italiana de Lampedusa, denunciando la "indiferencia" de muchos países ante aquellos que huyen de la guerra para salvar su vida.
También destacó su especial vocación por los pobres y el mundo marginal, fruto de sus vivencias durante la infancia. Ya en sus inicios le llamaban "el Obispo de los pobres", y cuando llegó al Vaticano, no fue distinto. Para el Papa, los vagabundos personificaban su voluntad de conseguir una Iglesia "pobre y para los pobres". En numerosas ocasiones se le vio compartiendo tiempo con indigentes, acudiendo a comedores sociales para comer con ellos u obsequiándoles con diferentes enseres.
Otro asunto bastante candente durante su mandato fue el de los abusos de menores por parte de de la Iglesia. El sumo pontífice luchó activamente para destapar todos estos casos y pidió perdón varias veces en nombre de la Santa Sede. En 2019, organizó un encuentro sobre la protección el menor en la Iglesia con los presidentes de las Conferencias Episcopales y anunció una serie de medidas para evitar, denunciar y no encubrir este tipo de actuaciones.
Además, durante su papado, Jorge Bergoglio se mostró abierto a acercar posturas con otras religiones y países alejados del cristianismo, como Corea. Se reunió con su homólogo ortodoxo, Bartolomé I. Fue el primer Papa en visitar al líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Cirilo. Y firmó un acuerdo para trabajar por la paz entre cristianos y musulmanes con el gran imán de Al-Azhar.
Y es que, en numerosas ocasiones, su papel como mediador fue vital para resolver algunos conflictos. Sin ir más lejos, fue el interlocutor en la sombra que facilitó el restablecimiento de la comunicación entre Cuba y Estados Unidos. Una función que trató de replicar en las guerras de Gaza y Ucrania.
No cabe duda de que fue un Papa adaptado a los tiempos. Un Pontífice del siglo XXI. Abrió las puertas de la Iglesia a los más jóvenes a través de su perfil en las redes sociales y reformó la curia romana por completo.
En los últimos años, nos dejó imágenes históricas como su rezo en una solitaria Plaza de San Pedro para pedir el fin de la pandemia del coronavirus. O la misa de despedida del Papa emérito Benedicto XVI, la cual presidió él mismo.