- Supercopa de España. Louzán: "La final es una manera de devolver parte del cariño recibido en Arabia Saudí"
De todas las tropelías a las que dio lugar la dichosa Supercopa, y a las que enseguida atenderemos, ha pasado prácticamente inadvertida, aunque sea de las que mejor explica el fútbol español, la reunión de Louzán y acólitos con hasta 46 representantes de clubes de categorías no profesionales. El famoso fútbol modesto, del que se nutren las territoriales cuyos barones eligen luego presidente y al que va destinado parte del dinero árabe (o eso cuentan, porque luego hay codazos por una eliminatoria copera que salve el presupuesto), no podía citarse en otro lugar o momento, no: a todos les pareció una excelente idea hacerlo a miles de kilómetros y entre partido y partido, por supuesto con desplazamiento y hotel pagados, por supuesto con foto de familia para inmortalizar tan magna ocasión.
Efectivamente, el flamante máximo dirigente de la Federación, inhabilitado por prevaricación, pendiente de lo que el Tribunal Supremo resuelva el 5 de febrero para mantenerse en el cargo o no, ha conseguido unir al fútbol español en poco tiempo y con esa junta directiva que incluye a los Tebas, Aganzo y compañía. El problema es que, una vez unido, ya no hay por dónde cogerlo. Por ejemplo...
Por ejemplo, después de que las mujeres recibieran un trato especialmente denigrante dentro del acoso que sufrieron en Yeda aficionados del Mallorca y familiares de los futbolistas bermellones (quitémonos las caretas: otro gallo hubiera cantado si fueran de otro club), Louzán no sólo se refugió en el silencio, cómplice primero, sino que terminó proponiendo ampliar el programa de actividades de los próximos años con la Supercopa femenina, servil después. Ni Rubiales se había atrevido a tanto, pero es que, por increíble que parezca, en esta RFEF siempre vendrá el que bueno te hará. ¿Rocha? ¿Quién era Rocha?
Por ejemplo, una preparación del torneo absolutamente volcada hacia la final que se ha dado en las tres últimas ediciones, lo que toma forma en el reparto económico absolutamente desigual (y en el bochorno de que se acepten limosnas para los que no son de los unos ni de los otros) o en la certeza de que las estrellas deben jugarla (y completarla) sí o sí, por más que antes y durante puedan hacer méritos para ganarse una tarjeta roja que lo evite. El que paga, manda. El resto, traga.
Por ejemplo, el hecho de que el Consejo Superior de Deportes aludiera al "primer título oficial de la temporada, de visibilidad y repercusión mundial y en el que sólo participan los equipos que han tenido mejor rendimiento en las competiciones nacionales en el curso anterior", entre los argumentos del esperpéntico comunicado con el que justificaba la famosa cautelar concedida a Dani Olmo (y Pau Víctor). O sea, futbolista que no juega la Supercopa es futbolista con cuyos derechos ya no hay que ponerse tan interesante. Rodríguez Uribes, otro que tal.
Por ejemplo, Gil Manzano. Por lo visto es lo mejor que podemos sacar al escaparate en lo que a nuestro nivel arbitral respecta. Con todos los respetos, que anduviera por allí González Fuertes ya daba idea de lo que nos esperaba en cuanto a silbatos y otras hierbas.
Por ejemplo, y eso ya no tiene que ver directamente con la Supercopa pero coincide prácticamente en el tiempo, diez equipos de Primera con horarios de Liga cambiados para que encaje la Copa (y ni por ésas: que le pregunten a la Real), sin que nadie ose preguntarse por los hinchas que tuvieran entradas o incluso hubieran preparado viajes para tales partidos.
Por ejemplo, tantas otras cosas que alargarían innecesariamente esta columna de opinión. Porque para muestra, ya llevamos unos cuantos botones. Ni 15 días siquiera y 2025 exhibe todas las vergüenzas del fútbol español. Como el que no se consuela es porque no quiere, conviene recordar que además de nuestras Supercopas hasta entonces (si nadie lo remedia, que no lo parece), Arabia organizará también el Mundial de 2034. Nada menos, que no nada más. Porque en lo que a los dirigentes respecta (y a los periodistas, todo sea dicho), el balompié de aquí no es el único que provoca repelús.
Hasta el año que viene, pues. Hasta la próxima foto de familia...
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