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Puede sonar extraño, pero por un vez el parón internacional llega en un buen momento para el Real Madrid. No sólo en el deportivo, que también, sino sobre todo a nivel emocional y quizá hasta físico. Es cierto que los internacionales blancos (hasta 16) afrontan más viajes y partidos, pero también que el nivel de desgaste a nivel mental no es comparable al vivido en las últimas semanas de competición en Liga y Champions, con duelos durísimos en Europa y un ambiente cargado por temas extradeportivos en las competiciones españolas.
Los duelos ante City y Atlético en Copa de Europa y la tensión semanal de la Liga, en la que el Madrid vio reducida a cero una renta de puntos (cuatro al Atleti y siete al Barça) que parecía encarrilar el título doméstico, elevaron el nivel de tensión hasta alturas pocas veces vista en las últimas temporadas. La polémica por los arbitrajes en los duelos ante Espanyol, Atlético (en Liga) y Osasuna alcanzó su nivel más alto con el comunicado del club pidiendo una reforma radical del sistema arbitral en España.
Esa pésima racha liguera, con dos puntos de nueve, que en el Madrid atribuyen de forma casi exclusiva a la actuación de los colegiados del CTA, se mezcló con el playoff de dieciseisavos de la Champions League ante el Manchester City. Un duelo entre los dos últimos campeones de Europa, condenados a ese peaje por su mala Fase Liga, en la que la presencia de Pep Guardiola en el banquillo inglés siempre aporta un extra de picante. La figura del entrenador catalán ha contribuido aún más si cabe a incrementar la rivalidad entre madrileños y mancunianos, que se han cruzado nada menos que en las últimas cuatro campañas continentales.
El triunfo final ante el City, quizás más sencillo de lo esperado, dio paso a un periodo de 'paz' y buenos resultados, incluida la victoria en la ida de semifinales de Copa que acerca la posibilidad de otro título. La racha se quebró abruptamente en el Villamarín, en un partido en el que el Madrid ofreció una imagen muy pobre...a tres días del siguiente cruce de Champions, nada menos que un derbi madrileño, con todo lo que ello implica a nivel futbolístico y mental. Una batalla que duró ocho largos días y que se decidió en la tanda de penaltis con ese doble toque de Julián que hizo correr ríos de tinta, dentro y fuera de la fronteras españolas. Una eliminatoria durísima -también en lo estrictamente futbolístico- de la que los blancos salieron triunfantes en la agonía.
Una agonía que aún se prolongó hasta el siguiente partido del Madrid, apenas dos días y medio después del duelo del Metropolitano, que acabó en la noche del miércoles anterior, y que reabrió una herida que, aunque lleva tiempo abierta en Valdebebas, alcanzó su punto álgido en la rueda de prensa de Ancelotti tras el triunfo sufrido ante el Villarreal. "No volveremos a jugar un partido con menos de 72 horas de descanso", dijo el técnico del Madrid, que se enfrentará a esa misma situación a la vuelta del parón, con los duelos ante Leganés (Liga) y Real (Copa) separados por menos de esos tres días que marca la FIFA como periodo mínimo de descanso.
A partir de este martes, el equipo vuelve a los entrenamientos con la ausencia de hasta 16 jugadores, y sólo dos del primer equipo (Lucas Vázquez y Fran García) fuera de la órbita de su selección. El resto están lesionados (Carvajal, Militao, Ceballos, Mendy y Vallejo), por lo que Ancelotti deberá recurrir a la cantera para completar las sesiones con jugadores del Castilla, el C o los juveniles. Y, a todo esto, cruzando los dedos para que el virus FIFA no devuelva más jugadores lesionados a la disciplina del Madrid. Incluso a pesar de eso, y pese a que los parones suelen ser muy temidos por los clubes, al Madrid este le viene bien. Para parar, respirar, tomar aire y prepararse para lo que viene, la pelea por Liga, Copa y Champions, con el equipo muy vivo en los tres frentes.
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