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El fútbol es la leche. Que se lo digan a Pascual. El chaval estaba el año pasado estudiando y jugando al fútbol en esa West Virginia a la que cantaba John Denver en ‘Take Me Home, Country Roads’ y ahora es el gran héroe de la temporada en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Su cabezazo certifica la salvación de un Sevilla al que, por un momento, todos imaginamos peleando hasta el último segundo por no bajar a Segunda división.
Los de Caparrós, al que enfocó la tele antes del minuto 1 y ya se lo comían los nervios, salieron al césped con la intención de tender una encerrona a Las Palmas. Fuertes en cada choque, con faltas y presión e intentando amedrentar al rival. Hasta Caparrós se encaró con Herzog en la banda antes del minuto 10.
Pero la UD no era un equipo con la temporada resuelta, respondió a la tensión con fútbol y creó ocasiones para poner de los nervios a Nervión. Januzaj tuvo la mejor con un disparo desde la frontal tras recorrer medio campo con la bola controlada. Pero cuando el Sevilla se dio cuenta de que no iba a asustar sin balón a Las Palmas decidió intentarlo con la pelota. Buena decisión, la verdad.
Suso a los mandos
Carmona tuvo una ocasión clarísima en el 23’, pero Viti le metió el pie en el último segundo para evitar el gol. Y poco después de la media hora apareció Horkas para despejar con manos duras un disparo de Lokonga tras una gran combinación de Suso y Juanlu, los mejores del Sevilla en la noche.
Kike Salas se lesionó justo antes del descanso y Caparrós volvió a demostrar su fidelidad con la cantera sacando a Ramón Martínez y no a Gudelj. Y esa confianza tendría recompensa al poquito de empezar el segundo tiempo. Suso colgó una falta al área, Agoumé cabeceó el primero y Álvaro García-Pascual, con sus 191 centímetros y su pasado yankee, la colocó al palo largo y lejos del alcance de Horkas para delirio de la grada.
El gol dejó tocado a los de Diego Martínez, pero como pasaban los minutos y el Sevilla no acertaba con el estoque, se fue arriba. Y llegó el lío. Un balón colgado lo despejó flojo Nyland, que chocó con Marc Cardona en el salto. McBurnie marcó, pero Martínez Munuera lo anuló. Y para qué queríamos más.
Lo que quedó, entre el Sevilla con ganas de perder tiempo y la UD con más sangre en los nudillos que en la cabeza, sólo podía desembocar en bronca. Ni los más de diez minutos de descuento aprovechó Las Palmas. Festeja y resopla el Sevilla, llora y espera la sentencia la UD.
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