Las lesiones truncaron la carrera de Vitolo, pero no apagaron la llama que arde en su pecho por el deporte. En abril de 2023, el grancanario disputó su último partido como profesional. E diciembre, con el corazón apesadumbrado, colgó las botas. Las dolencias físicas le cerraron el camino del fútbol, pero no el de la actividad física ni el de la competición. Vitolo canaliza su energía en otros retos: el gimnasio es su refugio diario y, desde hace cuatro meses, la Mountain Bike se ha convertido en su nueva obsesión. Un vehículo para surcar senderos y desafiarse a sí mismo.
Lo que empezó como un pasatiempo pronto se transformó en su pasión. Quienes conocen a Vitolo saben que su alma competitiva no ite metas pequeñas. Por eso, se lanzó a la Transgrancanaria Bike, una prueba de dureza extrema que serpentea por la salvaje belleza de Gran Canaria. Novato aún en las dos ruedas, Vitolo se atrevió con dos de sus cuatro etapas. Primero, un recorrido de 45 kilómetros y el domingo, una batalla de 70 kilómetros contra el implacable ascenso del barranco de Ayagaures.
Cada pedalada era un acto de voluntad, un diálogo entre el cansancio y la tenacidad: "Esto es duro", jadeó, con la mirada fija en la pendiente que lo desafiaba. Pero Vitolo, forjado en la adversidad, no se rinde. Pese a la exigencia de la prueba y su breve experiencia en la bicicleta, cruzó la meta, exhausto pero victorioso. Un nuevo objetivo conquistado, una cima más en su incansable ascenso personal.
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