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Hay futbolistas que cuando llega el momento de la verdad se arrugan, intentan pasar desapercibidos, rehuyendo la responsabilidad, pero no es el caso de Tsitaishvili, que reclama el balón cuando más quema, como está demostrando en los últimos compases del campeonato, un territorio para valientes en el que el georgiano está brillando, convertido en el faro ofensivo de los rojiblancos.
En las últimas cinco jornadas, Tsitaishvili ha perforado la portería rival en tres ocasiones, marcando en Riazor y abriendo el marcador contra el Castellón para convertirse en el máximo artillero del conjunto nazarí en este sprint final de la competición, en el que el extremo ha tomado el relevo de Boyé para sostener al equipo cuando más lo necesitaba.
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Aunque su progresión lleva siendo ascendente desde hace semanas, la llegada de Pacheta al banquillo de Los Cármenes ha servido para que Tsitaishvili alcance una nueva dimensión, mostrándose como un jugador mucho más vertical e incisivo, virtudes que durante algún pasaje del curso no había conseguido poner en práctica.
Con las últimas tres dianas, el georgiano ya suma siete goles en la que está siendo su campaña más realizadora, superando los cinco tantos que firmó el pasado año en las filas del Dinamo Batumi, una producción ofensiva que ha aderezado con tres asistencias, convertido en una amenaza constante para las zagas rivales.
En Santander, Tsitaishvili volverá a ser una de las principales armas ofensivas de los de Pacheta, que ha conseguido en tiempo récord desempolvar la mejor versión de muchos jugadores de su plantilla para elevar el nivel competitivo del equipo.
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