El Girona tenía que ganar por lo civil o por lo criminal al Valladolid, que llegaba al encuentro descendido desde hace semanas, si quería respirar y acercarse a una permanencia que le estaba costando ligar. La mala dinámica y la falta de confianza condenaron a los de Míchel a una lucha no querida y sufrida para un equipo que este curso ha competido con orgullo en la Champions League, sabiendo que quizás nunca más lo haga. Los tres puntos sumados en el José Zorrilla permiten al Girona llegar a 41 puntos -Míchel cifra en 42 la permanencia-, pero con los duelos directos que hay por jugarse, ese botín podría ser suficiente.
Los blanquirrojos suman nueve puntos más que Las Palmas y siete más que el Leganés, que todavía tiene que jugar esta jornada en el campo del Villarreal. Si los insulares no vencen en el Sánchez Pizjuán contra el Sevilla y el Leganés tampoco puede hacerlo en La Cerámica, será matemática la salvación de los gerundenses, que jugarían en Anoeta contra la Real y en Montilivi ante el Atlético sin nada en juego.
Míchel vuelve al ruedo
Ya dirigió a su equipo el lunes y dio la rueda de prensa previa al encuentro ante al Valladolid pero en el Nuevo José Zorrilla se pudo ver a un técnico madrileño del todo recuperado como si no hubiera pasado nada, por suerte. El de Vallecas se mostró activo todo el encuentro, lamentándose, animando y corrigiendo a los suyos. Míchel hizo cuatro cambios respecto al once que salió a jugar ante el Villarreal en Montilivi en la última jornada. Y tres fueron importantes y por obligación.
Los de los sancionados Krejci y Yangel Herrera, que dejaron su sitio a Juanpe y Oriol Romeu; así como también Stuani, que con un golpe en la pierna tuvo que empezar el partido desde el banquillo dejando la referencia ofensiva para Abel Ruiz, que no era titular desde el partido ante el Osasuna en El Sadar. El cuarto cambio fue el de Asprilla por Iván Martín.
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