Este año los 50.000 espectadores que acudieron al circuito de La Sarthe para vivir la edición 89ª de las 24 Horas de Le Mans miraron al cielo más de una vez. Y no precisamente por la amenaza de la lluvia, sino porque el Blimp de Goodyear sobrevoló la pista durante toda la semana de entrenamientos y carrera.
El dirigible de la marca americana es un icono de la compañía que lleva acompañando a su actividad principal, la fabricación de neumáticos, desde las primeras décadas del siglo XX, cuando la aeronáutica era otra línea de negocio. Camino del siglo de vida, Goodyear sigue fabricando sus Blimps, ahora testigos de las hazañas de los deportistas, entre otras funciones. Este año lo han sido de los pilotos de LMP2, la categoría en la que la marca americana ha desembarcado este año como proveedor único de neumáticos.
Un vehículo con mucha historia
Hasta el año pasado, cuando el Blimp volvió a Le Mans, había pasado mucho tiempo sin verlo por los circuitos de Europa -la última vez que surcó cielos ses fue en los años 80-. Pero el retorno de Goodyear a la resistencia (en 2020, equipando a cinco coches de LMP2) trajo de vuelta también al famoso dirigible.
Las competiciones deportivas han sido su campo de vuelo favorito en las últimas décadas, especialmente en Estados Unidos: finales de la NBA, Superbowl, JJOO, Indy 500 , Daytona... su curriculum de eventos visitados es infinito, y desde su privilegiada posición ofrece ahora tomas aéreas de Le Mans tan espectaculares como las que ha emitido Europsort desde él esta y la pasada temporada.
Pero no sólo ha estado presente en eventos deportivos. También en otros acontecimientos históricos. Voló por Londres en la boda de Lady Di y el Príncipe Carlos, apareció en videoclips de los Beatles o Frank Sinatra, en películas de James Bond ... y desgraciadamente también en situaciones catastróficas, como el gran terremoto de San Francisco en 1989 o el huracán Andrew en Florida. Las pantallas luminosas que equipaban las unidades americanas de la época se utilizaron entonces para transmitir mensajes a la ciudadanía de las zonas afectadas.
Volamos a bordo del Goodyear Blimp
En vivo impone por su enorme tamaño. El globo mide 75 metros y este relleno de helio, el gas con el que también volaban los primeros Blimp. Además, cuenta con tres motores de hélice -alimentado por gasolina- que le permiten recorrer grandes distancias... aunque menos que en el pasado, donde llegaron a completar vuelos transoceánicos de ida y vuelta.
La cabina dispone de un puesto de mando, con dos pilotos y una azafata, y capacidad para 12 pasajeros más. Aunque desde fuera las hélices se dejan oír, dentro el ruido apenas se percibe... salvo que se abran las dos ventanas de que dispone el Blimp, que en nuestro caso nos permitió escuchar el ruido de los motores desde unos 300 metros de altitud.
Una vez en el aire, el Blimp se desplaza con gran suavidad, mucha más que en un helicóptero. Es como si flotara (con razón esa cabina se convirtió en una habitación de Airbnb durante tres noches en 2019), y sólo hay que tener precauciones al embarcar y desembarcar -para no descompensarlo, bajan dos ocupantes y suben otros dos en cada turno-
Desde su cabina tuvimos otra perspectiva de la inmensidad de los 13,626 km de la pista de La Sarthe, las interminables rectas de Les Hunaudieres y Mulsanne (desde el aire resulta aún más estremecedor intuir cómo serían antes de la construcción de las chicanes que las interrumpen)... y echamos de menos ver repletos de público los alrededores. El año que viene, con 250.000 personas (esperemos) en las tribunas, la vista será aún más incomparable.
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