El mundo del ciclismo está viviendo en tiempo real una de las mayores guerras de su historia en el terreno de las clásicas de un día. Y el último en llevarse una batalla ha sido Mathieu van der Poel. Por complexión física, por talento, por capacidad sobre todas las superficies, es el 'clasicómano' por excelencia. Si Tadej Pogacar no existiera, estaría dominando con claridad todos los Monumentos. Pero como el esloveno existe, el espectáculo está servido.
Y eso que Mathieu van der Poel tenía no uno, sino dos listones muy altos que superar dentro de su propia familia. Su abuelo es Raymond Poulidor, ganador de Milán-San Remo en 1961. Su padre es Adrie van der Poel, ganador del Tour de Flandes en 1986 y de la Lieja-Bastoña-Lieja en 1988. Ahora, Mathieu ya suma ocho victorias en Monumentos, y todavía tiene carrera por delante para seguir mejorando sus estadísticas.
Rey del adoquín por tercer año consecutivo
Y su octavo Monumento ha llegado en una París-Roubaix que probablemente ha sido la más difícil de su carrera. "Ha sido una carrera muy dura y estaba sufriendo muchísimo. Fue muy difícil, sobre todo los dos últimos sectores de pavé con viento en contra. Lo pasé muy mal, pero estoy contento de haber llegado a la meta", declaró el neerlandés nada más terminar la vuelta de honor al velódromo de Roubaix.
Pero su dominio del pavé es antológico, e incluso sufriendo llegó a la línea de meta después de recorrer 38 kilómetros en solitario. Aunque no fue de la forma que a él le habría gustado. "Lástima que Pogacar cometiera un error en una curva", afirmó este animal competitivo, que seguro que habría preferido medirse de tú a tú al esloveno al sprint en el velódromo final. Y que, teniendo en cuenta lo visto durante la jornada y en los antecedentes (sobre todo en Milán-San Remo), probablemente se habría impuesto de todos modos.
Van der Poel entra en un selecto club que hasta ahora sólo estaba formado por dos corredores: el de los ganadores de tres París-Roubaix consecutivas. Le acompañan Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y sco Moser (1978, 1979, 1980). Cancellara, Van Looy, Merckx, Museeuw y Rebry también suman tres ediciones de esta clásica en su palmarés, pero no en años seguidos. Por encima, al neerlandés sólo le quedan dos rivales, con cuatro trofeos en forma de adoquín: Roger de Vlaeminck y Tom Boonen. Y, si Pogacar no lo remedia y las lesiones no lo impiden, todo apunta a que los igualará el próximo año.
La fisionomía de Mathieu van der Poel está hecha para el gravel, para el barro, para los caminos de tierra y para los adoquines. Tiene la resistencia, la fuerza y la explosividad que requieren tanto el ciclocrós como las clásicas, los dos terrenos en los que más brilla. Tres Tour de Flandes (2020, 2022 y 2024) y dos Milán-San Remo (2023 y 2025) completan los ocho Monumentos con los que ya cuenta. Son la joya de la corona de un palmarés que también incluye un Mundial (2023), dos E3 Saxo Classic (2024 y 2025), una Strade Bianche (2021)...
Una rivalidad de época
Y eso que enfrente tiene al que se postula para ser uno de los mejores ciclistas de la historia. La figura de Tadej Pogacar engrandece todavía más los méritos de Van der Poel. El neerlandés, con la tercera Roubaix, vuelve a igualar el contador de Monumentos entre ellos: ocho a ocho. 'Pogi' tiene en su calendario de 2025 todavía la Lieja-Bastoña-Lieja y el Giro de Lombardía (que ha ganado en todas las ediciones en las que ha participado), por lo que, salvo sorpresa mayúscula, terminará el año por delante. Pero la pelea volverá la primavera que viene.
En París-Roubaix, desde luego, Van der Poel ha demostrado que la experiencia es un grado. "Pogacar llevaba una velocidad altísima y creo que calculó mal la curva. Yo fui lo suficientemente rápido para salvarlo. Es parte del ciclismo", dijo sobre el error del esloveno que le mandó al suelo. "Todos sabemos lo increíble que es Tadej como campeón. Lo que hizo aquí en su primera Roubaix no me sorprende, pero tampoco es normal", reconoció.
La iración entre los dos grandes campeones de esta primavera es mutua. Pogacar, en sus declaraciones tras la carrera, sólo tuvo palabras de cariño para Van der Poel: "Es uno de los mejores ciclistas del mundo y competir contra él es un gran honor. Si yo fuera un niño, sería mi ídolo. Competir contra él es una gran motivación". El neerlandés le quitó San Remo, pero no pudo seguirle en Flandes, y se ha vuelto a imponer en Roubaix. A pesar de que les separan alrededor de 10 centímetros de altura y 10 kilos de peso, la igualdad entre ellos es casi absoluta. Y el esloveno ha dicho que no descarta volver a la guerra sobre el adoquín la próxima temporada.
Y ahora, el Tour: "Es una carrera que no me gusta"
Las batallas en las clásicas tendrán que esperar. En palabras de Pogacar: "No hay que ser codicioso. Hay que disfrutar de lo que tenemos. Ambos iremos a otras carreras y encontraremos otros rivales. Eso también nos entusiasma". El esloveno es el principal favorito para las carreras de un día que quedan en primavera y Mathieu van der Poel parece que se va a centrar en el entrenamiento junto a su equipo para los objetivos del verano.
En el calendario de Van der Poel, la única carrera confirmada es el Tour de Francia. Carrera que no es de sus favoritas. En declaraciones a 'Sporza' en el mes de enero, afirmó: "El Tour es una carrera que no me gusta. Aparte de intentar ganar etapas y vestir el maillot amarillo [y ya ha conseguido hacer ambas cosas a lo largo de su carrera], no tengo mucho más que hacer en el Tour. Prefiero correr cinco carreras en las que tengo opciones de competir por ganar que hacer veinte etapas y no competir por nada en la mitad". ¿Su misión? Ser un lanzador de lujo para Jasper Philipsen, especialista en los sprints. Y la próxima primavera, más y mejor. Así es Van der Poel. Monumental.
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