La serie entre los Celtics y los Knicks está dando mucho de qué hablar, y no sólo por la ventaja que han conseguido ante el campeón los de Nueva York y que puede ser definitiva tras ganar el cuarto partido (1-3), si no también por las lamentables imágenes que han dado la vuelta al mundo de uno de sus jugadores lanzando dos tiros libres en la eliminatoria sin tocar siquiera el aro y que le han convertido en el hazmereír de la liga.
Se supone que la NBA es la mejor liga del mundo y que allí juegan los mejores jugadores del planeta, sin embargo hechos como éste demuestran que a veces son más que terrenales. Es lo que le está sucediendo a Mitchell Robinson, pívot de 2,13 m y 27 años de los Knicks, que en la serie ante los Celtics ya ha perpetrado dos tiros libres escandalosos en los que se ha quedado corto. Fallos impropios de un profesional y que no se ven ni en los partidos de infantiles.
En el primer partido de la eliminatoria ya se vio que no andaba fino desde los 4,60 m, firmando un pobre 3/10, y uno de los siete que falló ni siquiera tocó el aro. Se quedó corto y apenas rozó la red, pero por debajo ante su manifiesto gesto de contrariedad. En el segundo sólo lanzó uno (0/1) en los 22 minutos que estuvo en cancha.
Repetición del esperpento
Y en el tercero volvió a repetirse el esperpento. Los Celtics, conocedores de la mala puntería del pívot desde el 4,60, abusaron del 'hack-a-Robinson' que terminó lanzando 12 tiros libres con un acierto paupérrimo (4/12), y en uno de sus ocho fallos volvió a quedarse cortísimo. Esta vez su lanzamiento no tocó ni la red por debajo. Vergonzoso.
Y lo peor fue que, esta vez sí, sus errores lastraron a su equipo en la derrota. Tal vez por eso en el cuarto partido sus compañeros evitaron darle el balón en situaciones de fin de posesión y no tiró ninguno en los 25 minutos que jugó, contribuyendo al triunfo de su equipo con 4 puntos, 8 rebotes y 2 asistencias.
Pésimo 52,2% desde el tiro libre en su carrera
Mitchell Robinson nunca ha sido un buen lanzador de tiros libres. En sus siete temporadas en la NBA, todas en los Knicks, ha acreditado 5,1 puntos, 5,9 rebotes y 0,8 asistencias con un lamentable 52,2% desde esa distancia, habiendo fallado 346 tiros libres (378/724). Si en el baloncesto profesional todo lo que no sea superar el 80% de efectividad desde el 4,60 es muy deficiente, lo suyo es de muy deficiente.
Y su problema parece haberse visto agravado en estos playoffs. En primera ronda, en los seis partidos que duró la serie ante los Pistons hizo un impresentable 4/15 desde el tiro libre (26,7%). Y en los cuatro que se han disputado de semifinales de la Conferencia Oeste ante los Celtics lleva un penoso 7/23 (30,4%).
Un 28,9% de acierto (11/38) en estos playoffs
Y eso que en temporada regular, en los 17 partidos que había jugado al reaparecer tras estar más de un año de baja por una grave lesión de tobillo, había acreditado un decente 14/19 desde el tiro libre que hacía pensar que había trabajado ese déficit durante su lesión. Pero ha sido llegar los playoffs y volver las pesadillas con un ínfimo 11/38, un 28,9% que seguro le impide dormir tranquilo por las noches a él, a sus compañeros y a su entrenador.
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