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En un deporte milenario como el ajedrez, donde cada movimiento ha sido analizado hasta el más mínimo detalle, hablar de revolución suena casi herético. Sin embargo, una nueva modalidad empieza a ganar terreno entre jugadores profesionales y aficionados por igual: el ajedrez freestyle. Y lo hace con un aliado inesperado y poderoso: Magnus Carlsen, el gran maestro noruego que dominó el ajedrez clásico durante más de una década y que ahora aboga por reinventar la disciplina que lo encumbró.
Pero, ¿qué es el ajedrez freestyle? ¿Por qué una figura tan consolidada como Carlsen lo apoya con tanto entusiasmo? Para entender esta nueva corriente, hay que empezar por el problema que busca resolver.
El problema de la 'muerte' por preparación
Durante los últimos años, el ajedrez clásico ha enfrentado una crisis de creatividad. Con el avance del software de análisis, los jugadores de élite tienen a bases de datos gigantescas con millones de partidas, donde se exploran hasta las variantes más oscuras de cada apertura. Hoy, una buena parte de las partidas entre grandes maestros se deciden, o se igualan, desde los primeros 20 o 25 movimientos.
Eso ha provocado una tendencia preocupante: un aumento en el número de tablas, especialmente en torneos de alto nivel. La profundidad teórica ha alcanzado tal punto que muchos enfrentamientos se convierten en una batalla de memorias más que de ideas. La belleza del medio juego y la creatividad en finales queda sepultada por líneas preparadas hasta el agotamiento.
¿Qué es el ajedrez freestyle?
El ajedrez freestyle, a veces conocido como “no-castling chess”, “Chess960 moderno” o incluso “open freestyle”, es una categoría amplia de modalidades alternativas que buscan reimaginar el juego desde su raíz. Aunque hay variantes, la mayoría comparten una premisa básica: alterar el orden inicial de las piezas o eliminar algunas reglas tradicionales para fomentar la improvisación y reducir la dependencia de la preparación teórica.
Una de las variantes más conocidas es el Chess960 o ajedrez aleatorio de Fischer (propuesto por Bobby Fischer en 1996), en el que la posición inicial de las piezas mayores en la primera fila se determina aleatoriamente, cumpliendo ciertas condiciones. Esto genera 960 posibles posiciones iniciales distintas, lo que anula casi por completo las líneas teóricas conocidas.
Otra variante es el ajedrez sin enroque (no-castling chess), impulsada por el excampeón mundial Vladimir Kramnik y respaldada por Carlsen. En esta modalidad, la única regla modificada es la prohibición del enroque. Parece un cambio menor, pero sus efectos son enormes: obliga a los jugadores a repensar desde cero su desarrollo y estructura defensiva, lo que produce posiciones mucho más dinámicas y combativas.
El apoyo de Carlsen
Magnus Carlsen, lejos de ver estas modalidades como una amenaza, las considera una evolución necesaria. Su participación en torneos de Chess960, como el Champions Showdown en San Luis, ha sido constante. Además, ha declarado en múltiples ocasiones su interés en formatos que premien la inventiva más que la preparación enciclopédica.
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