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La chía se considera un superalimento. Estas pequeñas semillas se extraen de la planta Salvia Hispánica, originaria de países como México y Guatemala. Esta planta era consumida por las antiguas civilizaciones para mejorar la resistencia física, debido a las propiedades que este alimento tiene. A día de hoy se han vuelto a poner de moda y se consideran esenciales en muchas dietas. Los expertos, como los de Salud On Net, destacan el abanico de propiedades que contienen las semillas de chía y los beneficios que podemos extraer de ellas.
Para qué sirve la chía
La chía es muy beneficiosa en muchos sentidos. Para empezar, tiene un alto contenido de fibra soluble que ayuda a combatir el estreñimiento y mejora el tránsito intestinal. Además, mejora la flora intestinal, ya que es un prebiótico.
También funciona como regulador del colesterol. Esto es gracias a la fibra y al omega 3 que contiene las semillas de chía. De esta forma, se reduce el colesterol LDL y los triglicéridos en sangre, a la vez que aumenta el colesterol HDL. Todo esto lleva a tener un sistema cardiovascular saludable y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas.
La chía ayuda en la pérdida de peso, ya que aumenta la sensación de saciedad. La chía se expande en el estómago y crea una sensación de llenado que te ayuda a no picar entre horas. Por otro lado, es buena para reforzar los huesos, ya que contiene incluso más calcio que la leche, además de contener magnesio y fósforo.
Si eres deportista también te dota de energía que te ayudará en el rendimiento físico. Las semillas de chía son ricas en carbohidratos de liberación lenta, lo que proporciona energía sostenida.
Cómo consumir las semillas de chía
Las semillas de chía tienen la cualidad de que son muy versátiles y se pueden incluir en casi cualquier comida, aunque es recomendable que adaptes la ingesta al momento del día en el que te quieras beneficiar de sus propiedades.
Una de las fórmulas más recomendadas es mojarlas en agua. Para ello, se deben agregar de una a dos cucharadas de semillas de chía en un vaso de agua y dejar reposar durante quince o treinta minutos. Se generará una mezcla con cierta viscosidad que se puede consumir así directamente.
Se pueden añadir a los yogures, batidos o zumos. No cambiarán el sabor de la bebida que consumas y aportarán un extra en el valor nutricional. Pero no son solo ideales para los líquidos, también se pueden agregar en ensaladas, sopas o tostadas. Si te gusta cocinar, puedes incorporarlas en tus recetas caseras.
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