Alexandr Pichushkin, uno de los asesinos en serie más famosos de Rusia, ha confesado 11 asesinatos más. Conocido como el ‘maníaco del martillo’, fue condenado a cadena perpetua al matar a 48 personas, como se explica desde el departamento de prensa del Servicio Penitenciario ruso (FSIN).
Actualmente se encuentra recluido en la cárcel de alta seguridad en el Ártico ruso, donde ya murió en febrero del año pasado el líder opositor ruso Alexéi Navalni. “Pichushkin expresó su disposición a confesar la comisión de otros 11 asesinatos de hombres y mujeres en el distrito de Bútovo Norte de Moscú”, señalaron desde la FSIN.
“Esta información se obtuvo gracias a la cooperación de la dirección de operaciones del FSIN y la dirección principal de Investigaciones Criminales del Ministerio de Interior de Rusia”, añadieron.
Los brutales crímenes de Alexandr Pichushkin
Fue detenido en 2006 y condenado a la perpetua en 2007, acusado de matar a 48 personas e intentar acabar con la vida de otras tres. Ahora se sabe que el número real de asesinatos sería de 59, como el mismo Pichushkin dice.
En principio, su objetivo era el de llegar a 64 muertos, por el número de casillas que hay en un tablero de ajedrez, algo que quizá cumplió, pero que aún no se ha desvelado. Sus crímenes comenzaron en 1992, momento en el que empezaron a perseguirle hasta darle captura, eso sí, 15 años después.
Los familiares de las víctimas pidieron la pena de muerte para él, pero las autoridades no la concedieron, ya que, al entrar en el Consejo de Europa en 1996, Rusia adoptó medidas muy estrictas para esta condena.
Pero este caso aún podría tener un matiz más oscuro, sabiendo que Alexandr Pichushkin nunca se arrepintió de lo que hizo, por lo que fue sentenciado a recibir un tratamiento psiquiátrico forzoso.
Su método era simple, golpear con un martillo a sus víctimas hasta la muerte y, tras esto, lanzaba a sus víctimas al alcantarillado de la ciudad en la que estuviese: “Si no me hubieran pillado, nunca habría parado. Nunca. Salvaron la vida de muchas personas”, fueron sus palabras en el juicio.
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