La Iglesia Católica elige estos días al nuevo Sumo Pontífice, que sucederá al fallecido Papa Francisco. El cónclave que se desarrolla en la Capilla Sixtina del Vaticano se antoja clave para el devenir de los fieles católicos, que desean conocer el nombre del nuevo representante de Dios en la Tierra. El momento del anuncio es uno de los más esperados, sobre todo cuando se pronuncia la tradicional expresión ‘Habemus Papam’.
Se trata de dos palabras de una profundidad asombrosa, cargadas de simbolismo y que, en cambio, pocos conocen el origen. La expresión proviene del latín y su traducción literal es “tenemos Papa”, que se emplea habitualmente en el momento en que se produce la esperada votación y uno de los cardenales obtiene los apoyos necesarios.
Primeros registros de la expresión ‘Habemus Papam’
Es en la loggia de la Basílica de San Pedro donde, ante miles de asistentes y cámaras de televisión, el encargado de pronunciar esas palabras se dirige al mundo para explicar quién es el elegido y qué nombre ha adoptado como nuevo Papa.
‘Habemus Papam’ no tiene realmente su origen en los primeros días de la religión, ya que los primeros pontífices no eran proclamados en un evento tan público. El momento exacto de sus primeros usos no está del todo claro, si bien los registros iniciales se conocen desde la Edad Media.
Fue a partir de esa época cuando se tomó la elección de un Papa como un acontecimiento relevante y digno de ser asistido por todo el mundo. Es por ello que cobró especial importancia la fórmula ‘Habemus Papam’, que fue adquiriendo cada vez mayor notoriedad y, desde entonces, se convirtió en símbolo del cristianismo. Es una forma de que la religión, a pesar del inexorable paso del tiempo, se mantenga fiel a su costumbre y perduren ciertas expresiones que permitan mantener cierta perspectiva.
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