"El Rayo quiere ser el nuevo Betis"

Debo reconocer que cuando la UEFA lanzó la idea de la Conference League fui bastante escéptico. No tenía claro que en el fútbol europeo de ahora, muy diferente al de hace unas décadas cuando convivían Copa de Europa, UEFA y Recopa, hubiera sitio para una tercera competición. Pero lo había. Las victorias de Roma, West Ham y Olympiakos lo demuestran.

La Conference no sólo le da espacio a una serie de ligas que se han ido quedando arrinconadas tras la Ley Bosman, sino que también le da una gran oportunidad de revancha a ciertos equipos que tenían algún que otro trauma europeo. Hace no demasiado, aquí en la Pizarra, hablábamos de la deuda  que tenía el proyecto de Pellegrini con Europa.
Y hoy los béticos están engorilaos perdidos porque su Real Betis va a disputar esta noche la primera final europea en su historia. Espero que la Conference sea justa con su propia esencia Y, ante la duda, en una de esas jugadas de 50-50 que suelen darse en las finales, prefiera sonreírle al Real Betis que a un Chelsea que no debería estar aquí.

Porque al final la Conference se hizo para, por ejemplo, premiar temporadas e historias como la que ha protagonizado el Rayo Vallecano. Es difícil ser consciente de la magnitud de la hazaña del Rayo si no conoces un poquito por dentro al club. Y con esto no me estoy refiriendo al barrio, alfa y omega del Rayo. Me estoy refiriendo a lo estrictamente profesional. El Rayo es uno de los clubes con peores infraestructuras y con menos medios de Primera División. Teniendo en cuenta que vivimos en la era de la máxima profesionalización, con cuerpos técnicos inmensos, con cada vez más de analistas y con direcciones deportivas cada vez más amplias.

¿Cuántos diríais que trabajan en el Rayo? Así a bote pronto, pensad en una cifra… Bueno, en total son 9. 6 en el cuerpo técnico de Íñigo Pérez y 3 en la dirección deportiva de David Cobeño. Si a esto le sumamos las complicaciones del día a día, las cuales algunas son de sobra conocidas y otras no tanto, entiendes el verdadero valor que tiene lo que ha logrado este equipo. Un equipo que, en realidad, es una familia. Y, de verdad, esto no es un lugar común. No es un tópico manido de periodista. La forma en la que los futbolistas se relacionan dentro y fuera de los terrenos de juego es una de las grandes claves de su éxito deportivo. Basta con hablar un rato con Balliu, Óscar, Isi, Trejo o Camello para entenderlo.

El Rayo es un equipo que juega junto porque vive junto. Un equipo en el que un delantero como Randy Nteka es el primer defensa y un defensa como Florian Lejeune es el primer delantero. Íñigo Pérez ha aprovechado esto para crear un equipo muy compacto que hace de la presión quizás su mejor virtud, pero que sobre todo no tiene ningún defecto marcado. El Rayo es un equipo que sale bien, construye bien, transita bien y defiende bien. Todos los entrenadores buscan el equilibrio. Pocos lo han encontrado como Íñigo este año. Pero sólo con esto, con la voluntad y el equilibrio, no da para compensar todo lo que no tienes y llegar a clasificarte a Europa.
Necesitas calidad.

Y el Rayo la tiene porque David Cobeño siempre ha apostado por ella tirando de ingenio, creatividad y muy buen ojo. Andrei Ratiu por 500.000€, Pedro Díaz libre o Augusto Batalla por 1.6M son tres de sus últimos éxitos de una dirección deportiva de la que se habla menos de lo que debería, pero que está detrás de que el Rayo lleve años teniendo muy buenas plantillas. La historia del Rayo es única en Primera División. Son pocos y tienen poco. En muchos sentidos el club sigue anclado en el Siglo XX. Esto termina incluso afectando a una afición que siente que su presidente les mea por mucho que luego salga en los medios a decir que está lloviendo.

Hay muchos ejemplos vividos en el año del Centenario, pero el último con el tema de las entradas es paradigmático. Ayer Martín Presa dijo en BNBG que no vende entradas por internet para que no las compre gente de fuera y así proteger al aficionado rayista. Sí, sí. Ese mismo aficionado rayista que hasta hace bien poco tenía que chuparse una interminable cola para renovar su abono en pleno mes de agosto. Una cola que, a pesar de todo, todavía sigue teniendo que hacer, porque el club no envía el abono a casa, supongo que como medida de seguridad para que el de correos no se equivoque y le termine entregando el abono a un aficionado del Mallorca. 

Ese mismo aficionado del Rayo, normalmente de clase humilde y trabajadora, que antes podía pagar el abono en varios plazos pero que ahora ha visto como su presidente, para protegerlo y cuidarlo, claro que sí, ha quitado el fraccionamiento y tiene que pagarlo todo de golpe. Y, aun así, a pesar de todo esto, ahí les tienes. A jugadores, cuerpo técnico, dirección deportiva y aficionados pensando que el año que viene, quizás, su Rayo Vallecano pueda ser el Real Betis Balompié.