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Se marcha Luka Modric y, con él, un pedazo de historia reciente del fútbol español. Y no exagero: el croata ha sido uno de los centrocampistas más completos, regulares y elegantes que hemos visto en nuestra liga. Pero lo más curioso es que Modric se va como un jugador intocable, ese rara avis que cae bien a absolutamente todo el mundo… incluso al antimadridismo más recalcitrante.
Porque Modric ha sido ejemplo dentro y fuera del campo. Nunca una mala palabra, nunca un gesto fuera de tono, nunca una polémica. Solo fútbol. Y del bueno. El tipo ha jugado con la inteligencia de Xavi, el temple de Iniesta y la competitividad de Casemiro. ¿Quién da más?
Y lo que me sorprende, y me agrada, es que no hay un solo aficionado que, aunque odie al Madrid, no levante las cejas con respeto cuando se menciona su nombre. ¿El último en lograr algo parecido? Carles Puyol. Otro que se ganó a pulso el cariño hasta de sus enemigos.
La inteligencia de Xavi, el temple de Iniesta y la competitividad de Casemiro
Por eso, cuando hablamos de leyendas, pongamos a Luka Modric en esa mesa. Sí, en la de los grandes. Porque lo fue. Y porque, en el fondo, todos lo sabíamos: a Modric no se le discute. Se le aplaude.
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