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Todavía me resulta raro decirlo después de tantos años siendo el perfecto ejemplo de cómo no se gana una Champions League. Pero… Qué gran equipo de fútbol es el París Saint-Germain. Anoche, en Londres, el PSG se presentó con la personalidad y la convicción propia de un campeón. Todavía no ha ganado. Quizás ni siquiera lo haga nunca. Pero para ganar la Champions primero hay que jugar como si ya la hubieras ganado. Es una de las trampas que tiene la competición más clasista del mundo.
El PSG acumula muchos traumas en estos últimos 15 años, pero la sensación que transmite el equipo parisino es que todos ellos forman parte de un capítulo anterior. Ese era el viejo París Saint-Germain. El nuevo, el de ahora, es el que agarra el balón en la segunda o tercera posesión de un partido de semifinales de la Champions fuera de casa y no lo suelta hasta que después de 26 pases Oumane Dembelé lo mandó a guardar.
La secuencia en sí es una maravilla. Puro fútbol de posición en el que el PSG va provocando que el Arsenal vaya saltando y cuando se produce un desajuste fruto del nerviosismo es cuando llega ese pase vertical, en este caso de Nuno Mendes, que supera dos líneas de presión y genera la situación de peligro. Este 0-1 del PSG define la obra de un magnífico entrenador que no sólo ha dotado de una identidad a un equipo sino que también le ha cambiado el rumbo a todo el club.
Por supuesto nada de lo que está pasando ahora en París se puede explicar sin antes entender todo lo que supuso el fracaso no estar cerca ni de competir una Champions tras juntar a Leo Messi con Neymar Junior y Kylian Mbappé. Pero lo importante es que Luis Enrique Martínez ha utilizado ese proyecto fallido para empoderarse hasta conseguir que un proyecto de jugadores sea ahora un proyecto de entrenador.
Éste es el gran cambio del PSG. Es algo que nunca le había sucedido desde que llegó Qatar a excepción de aquellos años con Laurent Blanc. Recuerdo incluso charlar aquí en La Pizarra con Mauricio Pochettino y preguntarle sobre si el oficio más ingrato del mundo del fútbol era ser entrenador del PSG. El argentino es siempre muy correcto. Pero no dudó en afirmar que estaba de acuerdo. En este tiempo, a pesar de esto, el PSG llegó a una Champions con Thomas Tuchel, que hizo un gran trabajo pero ese era el PSG de Mbappé y, sobre todo, de Neymar.
Éste no es el PSG de Dembele. Tampoco el de Vitinha, Fabian y Joao Neves. Éste es el PSG de Luis Enrique. Y punto. No hay discusión. No hay debate posible. Gracias a esto, por fin el PSG está demostrando tener prácticamente todos los avales que le pide la Champions para dejarse conquistar. Faltan las pruebas finales: Las más relacionadas con la grandeza y la puntualidad.
Pero yo que creo mucho en las narrativas no puedo sacarme de la cabeza cómo el año pasado ante el Borussia Dortmund cayeron eliminados dando 5 palos en un cruce en el que fueron superiores. Y en el día de ayer, también en semifinales, se adelantaron ante el Arsenal con un disparo que da en el palo y que acaba dentro.
Si veis la trayectoria de ese disparo de Dembele y paráis la imagen justo cuando impacta en el palo, os daréis cuenta de que no tiene sentido que ese balón vaya dentro. Tenía que escupirlo hacia fuera. Pero… Algo ha cambiado en el PSG. Y esto, la primera que lo sabe, es la Copa de Europa.
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