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Un Madrid ingobernable

La opinión de Raúl Varela, presentador de 'La Tribu'

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No será por no haberlo advertido en infinidad de ocasiones. El lunes mismo, en la previa en Valdebebas, Ancelotti volvió a incidir en el mensaje a pregunta de Miguel Ángel Toribio. Es el equipo que más le cuesta motivar. Una lucha continúa porque ofrezcan un mínimo de compromiso y dedicación. En definitiva, un esfuerzo, en ocasiones baldío, para que estos jugadores no se comporten como auténticos amateurs caprichosos que, efectivamente, tocan el botón que les activa cuando les da la gana. Van por libre. Hasta que pita el Bernabéu, claro.

Ayer fue un ejemplo palmario. Salvo las ganas de Endrick, por cierto, confirmando de principio a fin lo que en esta opinión recogíamos hace justo 24 horas, que le dijo a Carletto que no tiene motivos para la queja y sí para el trabajo y la espera, el resto de componentes de un once inicial de garantías y reconocible, aún con ese flanco izquierdo defensivo que invitaba a las dudas, no dieron el nivel esperado para tener una noche relativamente cómoda y seguir ganando tiempo en esta carrera hacia un triplete que por sensaciones debería quedarle lejísimos, pero que ahí sigue teniendo a mano tras alcanzar la cuarta final de la temporada.

Que transcendiese la bronca que recibió Vinicius por parte de su técnico para acabar por erigirse en el jugador desequilibrante del partido dice mucho de lo poco que se puede decir de un elenco de futbolistas a los que esta Copa del Rey les ha dado una pereza intolerable. Sin voluntarios para viajar a Murcia contra la Deportiva Minera la víspera de Reyes, el (no) penalti de Lunin al celtista Swedberg, partido también resuelto en la prórroga, el canterano Gonzalo resolviendo en Butarque en el 93 y en la semifinal el quinto delantero de la plantilla cumpliendo con ese doblete decisivo.

Podrá quedarse Carlo, podrá llegar Alonso, vaya fiasco ayer en su copa alemana ante un tercera división, podrá llegar el que asó la manteca. Ni siquiera sirve la coartada arbitral propiciada por un colegiado arrogante con el que ese pedazo de pan llamado Remiro no pudo ni hablar.

La disciplina es el puente entre las metas y el logro. Y alguien debería recordarle a este plantel que alejarse de los valores del club es el mejor camino para lograr un triplete histórico. Ni Liga, ni copa, ni Champions.

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