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La maldición alemana del Barcelona

Los dos entrenadores alemanes del Barça en su historia, Weisweiler y Lattek, dejaron el cargo antes de tiempo tras la falta de sintonía con las estrellas de la época, Cruyff, Schuster y Maradona

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Actualizado

Entre los retos de Hansi Flick en el Barça estará romper con la maldición de los entrenadores alemanes en la entidad azulgrana. Los dos que se sentaron en ese banquillo no soportaron la presión de las estrellas de la época. Weisweiler colisionó con Cruyff y Udo Lattek no sedujo ni a Maradona ni a Schuster.

Al final de la campaña 74-75 el Barça cerraba la etapa del holandés Rinus Michels, uno de los padres futbolísticos de Cruyff, y elegía como nuevo comandante a un símbolo de otra escuela, el alemán Hennes Weisweiler, que aparecía como impulsor del gran Borussia Moenchengladbach de Netzer, Vogts, Bonhof o Heynckes, un equipazo que le birlaba Bundesligas al Bayern de Beckenbauer.

Un alemán con Cruyff

El Barça se entregaba a un técnico que pedía más trabajo en el césped. Su convivencia con Cruyff, que representaba la rivalidad con Holanda, era una incógnita que tardó poco en reventar. El equipo no carburaba y los embates verbales entre ambos explotaron en la segunda mitad de temporada.

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Weisweiler y Cruyff entraron en una contienda social desigual. El holandés, a pesar de su temporada irregular, era visto como el héroe que en 1974 dio una Liga al Barça tras un 0-5 en el Bernabéu. Los socios lo tenían claro si había que elegir.

Entrenar al Barcelona no es difícil, a Cruyff, sí

Hennes Weisweiler (Entrenador alemán del Barcelona 1975-76)

El entrenador se quejaba de la actitud de Cruyff, al que era imposible gobernar sobre el césped cuando elegía él mismo su posición. Weisweiler le quería en posiciones ofensivas, pero fuera de casa se acusaba a Cruyff de buscar refugio en zonas menos calientes. El alemán aseguraba que "entrenar al Barça no era difícil, a Cruyff, sí".

Tras un partido en el Pizjuán la guerra no tenía arreglo. Weisweiler sustituyó a Cruyff y la leyenda cuenta que este le escupió en el vestuario. "O él o yo", emplazó el holandés a la directiva. La afición montaba hasta manifestaciones en el estadio para apoyar a Cruyff. Una pancarta se hizo célebre. Eran los tiempos en televisión de Heidi y el mensaje era claro: 'Abuelito W.W. a los Alpes; Heidi Cruyff a La Masía".

Weisweiler a la izquierda y la noticia de su dimisión
Weisweiler a la izquierda y la noticia de su dimisión

En Copa de la UEFA esperaba a finales de marzo el Liverpool de Kevin Keegan. Los ingleses ganan 0-1 en el Camp Nou y Weisweiler no se corta: "Cruyff tenía la misión de marcar a un futbolista y no cumplió". En este paisaje bélico la directiva presidida por Agustín Montal toma una decisión sorprendente: renovar a Cruyff por un año más, hasta junio del 77 con una cláusula que le impedía fichar por otro club español si dejaba el Barça.

La dimisión de W.W.

Weisweiler interpreta eso como una desautorización y dimite el 2 de abril: "Un año más con Cruyff era imposible". El presidente Montal es claro: "Cruyff no entraba en sus cálculos. Si le renovábamos se iba. Ha dimitido de forma honesta". El futbolista holandés declararía que Weisweiler "es como un niño, nunca deja de llorar". Se asegura que cuando Weisweiler fue al vestuario a despedirse de los futbolistas Cruyff no le tendió la mano.

Cuando Weisweiler dejó el Gladbach en 1975 le sustituyó Udo Lattek, que fue el otro entrenador alemán en la historia del Barça. En el 74 Lattek conquistó la Copa de Europa, la del gol de Schwarzenbeck al Atlético, con el Bayern de Beckenbauer, Breitner, Maier o Hoeness. Con el Gladbach continuó la labor de Weisweiler, aunque le faltó la corona de la Copa de Europa perdida ante el Liverpool en 1977.

Con el sello de ser un maestro del fútbol y un seguidor de la disciplina Lattek llegó al Barça en 1981 como otro de los revulsivos que buscaba José Luis Núñez en la presidencia azulgrana. Sepp Maier, santón de la portería en Alemania, recordaba que un día en la etapa del Bayern el míster les pilló en una discoteca. Lattek les dijo: "Voy a contar hasta 25.000, si termino y alguien sigue aquí, va a haber problemas".

Lattek, junto a Maradona, en la presentación de la plantilla para la temporada 82-83
Lattek, junto a Maradona, en la presentación de la plantilla para la temporada 82-83

Lattek aterriza en el Camp Nou para sustituir a Helenio Herrera en una plantilla en la que brillan Schuster, Alexanko, Simonsen, Quini o Migueli. El Barça busca una Liga que se le resiste desde aquella conquistada con Cruyff en el 74.

Una Liga regalada

"A mí no me pasará lo que a Weisweiler", expresa Lattek, que desde el principio se maneja en castellano. Un 0-4 ante el Colonia de Michels en el Gamper ensombrece la pretemporada. La temporada oficial arranca con vaivenes. Cuando el equipo se estabiliza Schuster se lesiona en diciembre en San Mamés y no vuelve a jugar en toda la temporada.

La baja del alemán no impide que el Barça mande en la clasificación casi toda la segunda vuelta. Sin embargo, en una tormenta perfecta, Lattek ve cómo el equipo sólo suma dos puntos en las seis últimas jornadas, un socavón que aprovecha la Real Sociedad para conquistar su segundo título de Liga. "Jamás había perdido una Liga así", ite Lattek.

¿Schuster? Cuando un jugador habla mal de mí no juega, es lo que ha pasado

Udo Lattek (Entrenador alemán del Barcelona 1981-1983

La decepción la aplaca la posterior conquista de la Recopa, un título logrado en el Camp Nou al derrotar al Standard de Lieja por 2-1 con goles de Simonsen y Quini. El plan de Núñez es reforzar todavía más el equipo para la siguiente temporada. No hay mayor impacto que un nombre, Diego Armando Maradona.

Con el argentino en la plantilla para la Liga 82-83 no hay sitio para Simonsen, uno de los preferidos de la afición, por el límite de dos extranjeros por equipo. El Barça de Schuster y Maradona parece intocable antes de comenzar el campeonato. La figura de Lattek muestra señales de desgaste y desde el verano revolotea en el ambiente la estampa de Menotti.

Como sorpresa, antes de acabar el año, primero aparece el divorcio entre alemanes. Schuster, recuperado de su larga lesión, discute los métodos de Lattek: "No estamos entrenando bien". "Si un jugador habla mal de mí no juega, es lo que pasa", responde Lattek. Todo esto va salpicado de diversos episodios disciplinarios en los que el futbolista, con el apoyo de la directiva, socava la autoridad del técnico. Lattek también rechaza la sugerencia de la directiva de contar con un preparador físico.

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Tras un partido en el Camp Nou ante el Celta, con Schuster en la grada, el futbolista explota: "O Lattek o yo. Con él no continúo más". Una protesta tradicional. El entrenador replica: "Han sucedido retrasos horarios y asuntos de disciplina que no voy a tolerar". Además trascendió que un día mandó arrancar el autobús del equipo sin Maradona, que en una pelea habitual con el reloj no llegó a tiempo. Los futbolistas subidos en el autocar respondieron a la decisión con aplausos.

Un sufrimiento inaguantable

Para rematar el cuadro se informa en diciembre de que Maradona sufre una enfermedad que le apartará varios meses del fútbol. En ese momento se especuló con que sufría una hepatitis, aunque en el futuro habría otras versiones más morbosas. Lattek ya era consciente en diciembre de que al final de temporada no seguiría. "Esta presión es desconcertante. Es un sufrimiento que no aguanto".

¿El cese de Lattek? No me alegro, pero tampoco estoy triste

Bernd Schuster (Ex futbolista)

En febrero, tras un empate sin goles en El Molinón, Lattek anuncia que se irá a final de temporada. La noticia no cae bien en la directiva azulgrana. El 3 de marzo, después de una estrepitosa derrota en casa ante el Racing, colista liguero por 0-2, el Barcelona destituye a Udo Lattek. Las estrellas se pronuncian. Maradona es claro: "Yo no he echado a Lattek ni he contratado a Menotti". Schuster, tajante: "No me alegro, pero tampoco estoy triste".

En la comparecencia ante la Prensa para el adiós, sin Núñez, es Joan Gaspart, el vicepresidente, el que toma la palabra: "Lattek es un cabeza cuadrada y en la Junta también hay cabezas cuadradas". El entrenador tira de sarcasmo: "He batido un récord, 18 meses en el Camp Nou". Unas horas después se anunciaba la contratación de Menotti como nuevo entrenador del Barcelona. No era alemán, como Flick.

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