Higinio Rivero esprinta hacia Tokio: "2021 va a ser mi mejor año"
PARALÍMPICOS Empezó en el piragüismo como rehabilitación de la lesión medular por una caída escalando

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Era instructor de vuelo y había estado haciendo horas en Canarias para conseguir entrar en una compañía aérea. Higinio Rivero regresó a Bilbao para ayudar en la empresa familiar y, en 2013, decidió cogerse un año sabático para disfrutar de lo que más le gustaba (y le gusta): la naturaleza. En sus planes no entraba lo que iba a suceder el 3 de abril de ese año.
Una caída mientras hacía escalada en Ramales de la Victoria (Cantabria), un paraje que conocía bien porque está cerca de su casa, le provocó, entre otras roturas, el estallido de la L1, que conllevó una lesión medular incompleta. Pasó tres meses encamado en el hospital y durante un año hizo rehabilitación a diario. Tenía 31 años.
"En el hospital no me movía nada. Ahora ando con muletas si es una distancia corta, pero en silla si es larga", explica. "El deporte me ayudó a centrarme. Es una motivación", añade.
Rivero compitió a nivel nacional en natación adaptada, pero echaba de menos la naturaleza que siempre había sido parte de su vida. Nunca había competido en piragüismo, sólo había probado las piraguas de recreo. "Empecé a raíz de la lesión medular porque me servía como rehabilitación. Quería un deporte que me permitiese hacer algo aeróbico en la naturaleza y para el que no hiciese mucha falta tener fuerza en las piernas. Pero en esto último me equivoqué", dice riendo.
10.000 horas
Empezó en 2014 y no tardó en proclamarse campeón del mundo en distancia maratón (2016 y 2017). Las medallas las tiene su madre en una estantería. Hace tres años decidió cambiar a esprint para tener la posibilidad de ir a los Juegos de Tokio. Un sueño por el que trabajó duro hasta lograr el billete en el Mundial de Hungría del pasado año. El aplazamiento un año de la cita paralímpica a causa del COVID-19 -debutaba en unos Juegos el 5 de septiembre- fue una buena noticia para él. "Siempre he pensado que 2021 va a ser mi mejor año porque dicen que el mejor momento de un piragüista es a los 10 años de empezar o tras 10.000 horas, y yo las alcanzaré el año que viene", dice convencido.

El piragüista vasco, que destaca por su "constancia y cabezonería", entrena seis meses en Sevilla y otros seis en Bilbao. El coronavirus trastocó sus planes, como los de todos. Durante en confinamiento, que lo pasó en su casa, estuvo entrenando en seco con ergómetro de canoa, de kayak y de remo. También con rodillo de bici y de silla de atletismo, además de pesas. Hacía sesiones dobles de lunes a sábado. Cuando pudo salir a entrenar lo hizo en la ría de Plentzia, donde fue cogiendo sensaciones. "Al final lo otro son simuladores y pierdes el feeling sin agua", dice.
Su primer objetivo era clasificarse para Tokio. Ahora, es llegar lo mejor posible y allí "ir a por medalla en esprint".