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La Final de la Concacaf Champions Cup 2025 se jugará bajo el cielo de Ciudad Universitaria, pero en el ambiente se respira algo más que nervios. Cruz Azul no solo quiere bordar su séptima estrella continental en el escudo: quiere demostrar que aún tiene magia, mística y eso que las leyendas llaman colmillo de campeón. Y en ese juego mental, físico y hasta espiritual, La Máquina ha guardado una carta bajo la manga que podría cambiar el destino de la noche.
Mientras los reflectores se posan sobre la posible ausencia de Gabriel 'Toro' Fernández, el cuadro cementero sonríe por dentro: Carlos Rodolfo Rotondi, ese zurdo con mirada felina, está listo para volver. Silencioso y con paso firme, ha superado el laberinto de su lesión. No lo han confirmado oficialmente, pero en los pasillos del club ya lo llaman "el regreso inesperado".
¿Cuánto ayudaría a Cruz Azul la presencia de Rotondi?
Rotondi no es solo un extremo; es vértigo con botines, desequilibrio puro. Cuando él pisa la cancha, las defensas rivales se tensan, las líneas se rompen, y los porteros sudan antes de tiempo. Su presencia, aunque sea unos minutos, podría marcar una diferencia táctica y anímica que desestabilice a los Vancouver Whitecaps, quienes llegan con hambre de hacer historia... pero también con menos experiencia en estos escenarios de fuego.
La sede también tiene su historia: CU, casa prestada, pero con una vibra que a Cruz Azul le sienta bien. Vicente Sánchez, aún con el signo de interrogación sobre su futuro, dirigirá con el alma, sabiendo que cada decisión podría ser su última con la franela celeste... o el inicio de una leyenda.
¿Puede Vancouver vencer a Cruz Azul en la final de Concachampions?
Y aunque Vancouver tiene talento, deseo y un proyecto sólido, el equipo canadiense llega sin presión, pero también sin el peso emocional de lo que significa esta copa para La Máquina. Porque Cruz Azul no juega solo por el título: juega por la posibilidad de un boleto al Mundial de Clubes 2029 y la Copa Intercontinental de este año, sí... pero también por su historia, por sus fantasmas, y por cerrar un ciclo que tantas veces quedó incompleto.
Este domingo no será solo una final. Será una batalla entre la ilusión y la tradición, entre la sorpresa y la sangre azul. Y Cruz Azul, que aprendió a sufrir, también aprendió a guardar su mejor truco para el final.
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