Los Juegos Olímpicos de París, como todo evento de gran magnitud, han sido un puzzle con piezas difíciles de encajar y un resultado óptimo desde el punto de vista operativo. La capital gala contaba con la experiencia de haber organizado dos ediciones (1900, 1924) con anterioridad y la ventaja de ser la ciudad con más turismo -según datos de Euromonitor International en 2023-, logrando una comunión total entre ocio y deporte. "Los deportistas han inspirado al público y el público a los deportistas", aseguró Thomas Bach, presidente del COI, al hacer resumen de los Juegos.
La idea de celebrar pruebas dentro o alrededor de los principales monumentos de París fue todo un acierto que ha dejado estampas para la historia. Desde la ceremonia de inauguración transitando por el Sena que ni la lluvia pudo deslucir hasta competir a los pies de la Torre Eiffel o con los Jardines de Versalles de fondo. "Estoy muy orgullosa por ver cómo esta ciudad extraordinaria vuelve a recuperar su lugar en el corazón de todo el planeta", analiza Anne Hidalgo, alcaldesa de París, que subrayó el trabajo en materia de accesibilidad, movilidad y contra la contaminación. Discutibles todas ellas.
La accesibilidad es una asignatura pendiente a medio resolver. Aunque se ha mejorado la peatonalización de las calles, la señalización de lugares de interés y accesibilidad de edificios municipales, aún queda por avanzar en los autobuses, trenes y tranvías cuya accesibilidad no es del 100%. Un tema que seguro dará de qué hablar en la inminente celebración de los Juegos Paralímpicos del 28 de agosto al 9 de septiembre.
El transporte ha dio uno de los puntos negros en estos Juegos. A pesar de la gran red subterránea y el horario extendido de los servicios de transportes de la ciudad, han sido continuas las incidencias que han impedido la circulación regular. La previa de los Juegos estuvo marcada por el corte de hasta 17 estaciones de Metro y RER (Cercanías) que obligaron a tomar vías alternativas o abarcar más recorrido a pie o en carretera; y los primeros días fueron varias las estaciones que sufrieron sabotajes que llegaron a paralizar tanto los trenes de la capital como los interurbanos.
Estamos un poco apartados de todo... No creo que sea lo mismo que lo que están viviendo otros deportistas en la Villa o algo más cerca de París
Tampoco ha ayudado la diversificación de la competición en diferentes sedes. Además de la capital gala, Châteauroux (a 276 kilómetros de París) albergó el tiro olímpico; Lille (220 kilómetros) fue sede de la primera fase del baloncesto y la segunda del balonmano; Marsella (776 kilómetros) acogió la competición de vela; y el fútbol, que arrancó y acabó en París, se jugó también en Niza (935 kilómetros), Marsella (776 kilómetros), Burdeos (586 kilómetros), Saint-Étienne (553 kilómetros), Lyon (468 kilómetros) y Nantes (386 kilómetros). "Estamos un poco apartados de todo... No creo que sea lo mismo que lo que están viviendo otros deportistas en la Villa o algo más cerca de París", reflexionó en su momento Jenni Hermoso, jugadora de la selección española.
El espíritu olímpico intentó repartirse por diferentes partes del mundo, siendo la edición donde una sede ha estado más lejos del epicentro. Tahití, donde se disputó la prueba de surf, está ubicada a 15.716kilómetros de París. El cambio horario y las particularidades de un deporte que apenas cuenta con dos años en el catálogo olímpico hizo que incluso tuvieran sus propias ceremonias y un seguimiento -in situ- parejo al de cualquier otro campeonato de la WSL.
Los de París han sido los Juegos Olímpicos más sostenibles de la historia. Partieron de la premisa de desarrollarse en edificios ya existentes o en infraestructuras temporales que tendrán un segundo uso una vez concluyan los eventos. Sólo se construyó, para la ocasión, el Centro Acuático de Saint-Denis que funciona con energía solar y cuenta con materiales de origen biológico y reciclados. Además, el 100% de la energía empleada en las sedes de competición ha sido renovable; se han multiplicado por dos los alimentos de origen vegetal y reducido a la mitad el plástico de un solo uso; se ha fomentado el transporte público, dando un empujón a la bicicleta al aumentar los kilómetros de carril bici de la ciudad y se invirtió una gran cantidad de dinero -se habla de una partida de 1.400 millones- para limpiar el Sena. "(El río) seguirá estando limpio cuando acaben los Juegos y toda la población podrá bañarse a partir del año próximo", dijo la alcaldesa de la ciudad, un hito cuestionable viendo los daños colaterales en los deportistas que han competido ahí.
El punto caliente de los Juegos era la seguridad, asignatura que la organización aprobó con nota al no registrarse ninguna incidencia destacada. El aviso de la Comisaria europea de Asuntos de Interior, Ylva Johansson, sobre la "amenaza yihadista" real durante los Juegos a pocos días del pistoletazo de salida de los mismos, activó la alerta máxima en París. Hasta 45.000 policías de diferentes partes del mundo se dejaran ver en todo momento por los rincones de la ciudad para asegurar que todo se desarrollaba sin incidentes. Salvo un par de desalojos productos de falsas alarmas -mochilas abandonadas o perdidas-, los Juegos no tuvieron más sobresaltos.
Los registros en el a las instalaciones fueron exhaustivos tanto para aficionados como para prensa -más en París que en el resto de sedes- si bien en los viajes en transporte, véase trenes de media o larga distancia, los registros fueron mínimos o nulos.
Si en Los Ángeles quisieran copiar la Torre Eiffel sería un desastre
Aunque el resultado de unos Juegos Olímpicos suelen darlos los resultados, siempre vistos desde el prima particular de quien los analiza, en el cómputo global se puede decir que los de París aprueban con nota. "Si en Los Ángeles quisieran copiar la Torre Eiffel sería un desastre", advierte Bach, que anima a las futuras sedes (Los Ángeles 2028, Brisbane 2032...) a reinventarse como lo ha hecho la capital gala.