En una versión altísima, de aquellos días de más gloria cuando el rictus era aniñado, la adrenalina se le disparaba con frecuencia y no tenía la mesura actual, Sergio García (63 golpes) se llevó de calle el LIV Golf de Hong Kong, la tercera parada de la temporada. Es el segundo título del de Borriol en este circuito, tras el conseguido en Valderrama en 2024. Además, completó el fin de semana perfecto con la victoria de los Fireballs que capitanea, la segunda consecutiva.(Resultados)
"Ha sido increíble. Mi objetivo era tirar cinco bajo par y ha superado mis expectativas. Luego, por equipos, pues ha sido fantástico también. Estoy muy orgullosos de mis chicos. Luis (Masaveu) estaba un poco disgustado por cómo le habiá ido el sábado, pero ha estado genial al final", contó el campeón, que aventajó en tres golpes a Dean Burmester y en cuatro a Phil Mickelson, en la mejor actuación del zurdo en esta liga.
García, que salió empatado con Paul Casey y Peter Uihlein un domingo de nubes y claros, pero sin mucha humedad ni viento, jugadores con pantalones largos salvo excepciones contadas, se disparó del inicio. En el hoyo 3, uno de los dos pares 5 del recorrido del Hong Kong Golf Club, un campo corto, muy estratégico, donde el riesgo cuando se toma hay que valorar, logró un eagle desde 12 metros.
Aquel arranque impulsó su ímpetu. Tiene 45 años, pero no quiere transitar por el golf de vanguardia lo que le queda. Ni asumir las dotes de capitán de los Fireballs. Quiere seguir ganando. Para ello ha introducido variantes profesionales en su equipo. Lo último, desde el año pasado, un chef sevillano que ha contratado para tenerlo a diario en su casa de Austin.
Sergio encontró su momento cumbre a partir del hoyo 8. Había hecho una gran sacada de bunker en el 5 y el resto lo había despachado con solvencia. Pero su juego dio un cambio a raíz de ahí. Comenzó a afilar los hierros y con unos putts firmes, con un putt que rescató de la bolsa de hace seis años retocado, embocó cuatro birdies seguidos mientras sus perseguidores salvaban pares o caían. El resultado fue una brecha de cinco golpes en un santiamén. Y sólo quedaban siete hoyos. Las estadísticas que sólo desafía Rafa Nadal le daban 98 por ciento de éxito.
Tanta distancia no entraba en los cálculos de nadie. Lucas Herbert, especialista en rachas, embocó seis birdies en siete hoyos y se asomó en la lejanía. También Dean Burmester, el pegador sudafricano, que sumó cuatro aciertos en los cinco, aunque la victoria de Sergio era irrebatible. Por si había dudas embocó otro birdie en el hoyo 16. En un escenario en el que ganaron Miguel Ángel Jiménez, cuatro veces; José María Olazábal y José Manuel Lara, también reinó otro español, una figura indiscutible a pesar de las críticas.
Quedaba asegurar el trofeo por equipos, el segundo consecutivo después de ganar en Adelaida. El mexicano Abraham Ancer (65), inspirádisimo en la jornada final, fue otro buen puntal y David Puig (67), con un eagle incluido en el hoyo 10, un par 4 que cogió de un golpe, fueron decisivos. El joven Luis Masaveu, en un tono más bajo que sus compañeros, supo aguantar el tipo y acabó con un birdie al par.
Jon Rahm (66) coleccionó, por su parte, otro top 10. Con un juego bien armado no tuvo un colosal rendimiento en los greenes y no le permitió pasar del sexto puesto. El torneo se le había puesto en chino el viernes, cuando sólo firmó uno bajo par. Pero, de momento, todo son buenas señales de cara a la cita del Masters de Augusta, el primer hito del curso.
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