La apuesta por Marcelino nunca falla

A principios de noviembre del 2023 el Villarreal pasaba por una situación crítica. Tras la destitución de Pacheta y con dos cuerpos técnicos ya despedidos (con anterioridad cayó Quique Setién) el club de La Plana sabía que no tenía muchas más balas en la recámara y que del acierto en la trascendente decisión que iba a tomar dependía la suerte de la temporada y el futuro a corto plazo del club. Y ante esa tesitura decidieron enterrar viejas rencillas y apostar por el regreso de un técnico exitoso como Marcelino. Decisión que el tiempo ha confirmado como excelente

Si la pasada temporada, con el asturiano al frente, el equipo amarillo experimentó una radical mejora para pasar de eludir el descenso a pelear por Europa, lo de esta temporada era una prueba definitiva que ha confirmado cualquier sospecha. Con decisión sobre la confección del plantel y tiempo para preparar la temporada, la clasificación para la Champions es un éxito mayúsculo para el club castellonense. En tiempo récord ha variado el rumbo lo que era una peligrosa dinámica descendente en la que estaba entrando la entidad castellonense tras una era exitosa como fue la de Unai Emery en la banca.

Lo cierto es que la historia de Marcelino en el Villarreal es sinónimo de éxito en cualquiera de sus diferentes etapas. El técnico asturiano llegó al club mediada la temporada 2012-13 tras una traumático descenso a Segunda y con el equipo lejos de los puestos de ascenso. Aquel año recondujo la situación para acabar retornando a los castellonenses a la siguiente categoría. Sólo un año después, pese al cartel de recién ascendido, condujo al equipo a la Liga Europa, lo mismo que ocurrió en la campaña 2014-15.

En pleno crecimiento y en la campaña 15/16, el Villarreal finalizó cuarto y se clasificó para la Liga de Campeones. Aquella misma temporada los amarillos alcanzaron las semifinales de la Europa League. Aquel verano llegarían los problemas con la dirigencia que desembocaron en su salida de la entidad por la puerta de atrás.

En esta segunda etapa, y tras triunfar tanto en Valencia como en Bilbao, el retorno no ha podido ser mejor. Y para el propio Marcelino significará poder quitarse la espina que en su momento le quedó clavada por no poder dirigir a los amarillos en una Liga de Campeones que ahora le espera a la vuelta del verano.