Hace diez años, Marcos Recuenco (Cuenca, 2000) tenía que decidir en minutos si dejaba a un lado toda su vida por cumplir su sueño. Abandonó su ciudad, su familia, sus círculos... y hace unos meses estaba defendiendo al autor del gol que dio a España su última Eurocopa, Mikel Oyarzabal. Después de llevar a la prórroga a todo un semifinalista de Copa como la Real Sociedad, de ascender con el equipo de su vida y de pasar por la cantera del Albacete; el central de 24 años refleja la realidad y las aspiraciones de las jóvenes promesas del fútbol.
Enfrentarte a un histórico
Oyarzabal, Remiro, Zubimendi... no todos los días te ves las caras contra campeones de Europa. Lujos de la Copa. El Conquense debía pararle los pies a un histórico del fútbol español como la Real Sociedad y a punto estuvo de hacerlo. Igualmente, un día que pasará a la historia del club, más aún para un chico de la casa, que ve como una ciudad se vuelca con su equipo. "Es algo especial. Una oportunidad única para los que no jugamos en el fútbol profesional. Ir al partido y ver a toda tu ciudad, donde te has criado, a muerte con el equipo; es una sensación increíble".
Una sensación única
Marcos, que encima fue titular en ese partido, vivió el sueño de muchos. "Recuerdo ir paseando al estadio, la gente con las bufandas; un tráfico que jamás había visto en una ciudad como Cuenca, con las calles cortadas. Es inolvidable. Por suerte, salí desde el inicio. Ver el estadio lleno, con la gente que te ha visto crecer y la publicidad de la Copa del Rey impresiona. No parecía real. Recuerdo ver a los jugadores de la Real calentar y pensar: 'joder, son como en la televisión'", declaraba el futbolista. Además, no era su primera experiencia frente a un equipo de la élite. Ya disputó un encuentro, también de Copa, frente a un Girona con Roro Riquelme, Miguel Gutiérrez y Stuani al que complicó las cosas (1-2) con su exequipo, el Quintanar del Rey. Pero Recuenco, al igual que muchos otros, ha tenido que recorrer un largo camino hasta llegar aquí.
Lo que no se ve en el fútbol
Andrés Iniesta abandonó su casa de Fuentealbilla con tan solo 12 años, comenzando una nueva vida. A más de 600 kilómetros de su hogar, el autor del 'Gol de todos' pasó por todas las categorías del conjunto culé hasta alcanzar el primer equipo. Iniesta hizo su debut el 29 de octubre de 2002, con tan solo 18 años. El resto es historia. Pero este es un caso excepcional. Uno entre un millón. Una gran cantidad de adolescentes deja atrás todo (su familia, su ciudad, sus amistades...) para alcanzar un sueño que consiguen muy pocos.
"No habría llegado a ser profesional"
Otro jugador que pasó por la cantera del Albacete Balompié como Marcos Recuenco dio sus primeras patadas a un balón jugando a fútbol sala, en Arcas del Villar, un pequeño municipio de la provincia de Cuenca con poco más de 2.000 habitantes. Desde muy pequeño destacó en el equipo de su localidad y se mudó a Cuenca, esta vez para jugar sobre el césped: "Suponía un coste económico y una inversión de tiempo importante, pero mis padres no dudaron en apoyarme". Recuenco continuó destacando en el terreno de juego y dio finalmente el salto a la cantera de un equipo profesional, el Albacete Balompié: "Si no hubiera formado parte de esta cantera, no habría llegado a ser profesional. No estaría donde estoy ahora".
Abandonar todo por tu sueño
Aunque la decisión "no se pensó mucho. La tuve que tomar en minutos", la vida del, por aquel entonces, defensa de las categorías inferiores del club albaceteño, iba a cambiar por completo: "fue muy duro. Irme tan joven y estar fuera de casa, alejado de mi familia, fue complicado". El futbolista conquense vio como su vida cambiaba en un momento: "al día siguiente, mi padre ya me estaba llevando a Albacete a mi primer entrenamiento. Lo hacíamos así durante las primeras semanas, hasta que pude cambiarme de instituto. Ibamos y volvíamos todos los días". Aunque tuviera que recorrer cientos de kilómetros, después de cada partido siempre volvía a Cuenca para hacer una pequeña parada por su hogar: "Casi todos los fines de semana mi padre viajaba a donde yo jugase y me recogía para pasar aunque sea un día con mi familia. Era complicado compaginarlo todo".
Madurar antes de tiempo
Un cambio tan repentino en su estilo de vida que le hizo madurar: "en Albacete tenía la oportunidad de que me pagasen la residencia. No suponerle un gasto a mis padres era un orgullo". Poco a poco, fue subiendo de categoría en la cantera de un Albacete en Segunda división. Al acabar su último año de formación, no subió al primer equipo, pero le llovieron ofertas de equipos más modestos. El conquense siempre puso por delante su vida después del fútbol y optó por fichar con un club que le permitiese continuar sus estudios: "Siempre he priorizado mis estudios al fútbol. Tenía que finalizar la carrera y moverme a otra ciudad, a otro club, lo habría complicado todo".
"Vivir toda la vida de esto está al alcance de muy pocos"
Poco a poco, la aún corta carrera de Marcos comenzó a despegar, siempre con la mirada puesta en su vida laboral, lejos del terreno de juego. Así pues, el jugador del Conquense es ingeniero informático, compaginando sus estudios universitarios con su paso por Albacete y su siguiente equipo, el Quintanar del Rey: "Empiezo a tener mi propio sueldo y, a medida que pasaban las temporadas, fui aumentando a nivel económico. Veía que me daba para vivir, pero el fútbol, por suerte o por desgracia, es algo muy corto. No sabes qué va a pasar el día de mañana. Hay que tener un futuro asegurado. Vivir al día, se puede vivir, pero vivir toda la vida de esto está al alcance de muy pocos".
Ascender con el club de tu vida
Marcos Recuenco vivió uno de los momentos más mágicos que puedes vivir en un terreno de juego, un ascenso. Lo hizo con el equipo de su tierra y después de caer en cuatro playoffs consecutivos (con el Quintanar del Rey). Al central le ha tocado quedarse a las puertas, en el último partido para ascender de categoría, hasta en dos ocasiones. Una, en Toledo. En la otra, se lo arrebató el Cartagena B. Además, cayó en playoff otras dos ocasiones. Con tan solo 24 años, llegaría su quinta oportunidad de ascenso y, esta vez sí, se logró.
Un futuro prometedor
De nuevo, la ciudad entera se volcó con su club. "Después de una temporada de ensueño, teníamos la oportunidad de celebrar el alirón con nuestra gente, en todo un derbi contra Tarancón (el mejor visitante de la categoría). Llegamos al vestuario y se enciende una televisión. Empiezan a salir imágenes de nuestros familiares animándonos para el partido. Salimos al campo a comernos al rival, teníamos que ganar sí o sí", confesó un Marcos Recuenco al que aún le queda toda una carrera por delante, aunque ya ha cumplido un sueño que "sólo unos pocos pueden conseguir", ganarse la vida en el terreno de juego.
Comentarios