El Tenerife sigue empeñado en rebelarse ante su destino. Se aferra con uñas y dientes a una Segunda de la que se escurre lentamente por la zona baja pero, al menos, sigue regalándole a su hinchada triunfos en el Heliodoro ante equipos aspirantes.
Esta vez fue el Cádiz el que hincó la rodilla en la isla, truncando así la serie de dos triunfos consecutivos con la que llegaba a la cita. Un gol de Enric Gallego, tras el empate de penalti logrado por Álex Fernández, decidió un partido que tuvo un tiempo para cada equipo y en el que Rubén Alcaraz, en propia puerta, abrió el marcador.
El primer tiempo fue dominado por los blanquiazules. El equipo de Cervera le puso mucha más intensidad que su rival y volvió a demostrar que, al abrigo del Heliodoro, es capaz de competir de forma notable contra cualquier equipo de Segunda.
Bodiger, en el minuto 1, ya había estrellado un balón en el poste derecho de David Gil como declaración de intenciones, aunque el primer tanto de la cita llegó a balón parado y en propia puerta. Luismi Cruz puso un balón al área con música y Rubén Alcaraz, en su afán por despejar, cabeceó hacia dentro desde el borde del área pequeña.
Una marcha más
Gaizka Garitano dio una marcha más a los suyos tras el descanso con la entrada de Melendo y Carlos Fernández que, con su movilidad, contribuyeron a igualar un poco más la cita.
Los andaluces tuvieron dos opciones muy claras para conseguir la igualada. Un remate a bocajarro de Carlos Fernández, que se fue junto al poste izquierdo por poco, tras un rechace de Badia a una falta lanzada por Ontiveros. Y un disparo alto de Chris Ramos, que no tuvo la pausa suficiente tras ser molestado por Landázuri y David Rodríguez.
El Cádiz encontró su premio a la tercera, en una internada de Ontiveros que el árbitro juzgó como penalti tras caer ante Aitor Sanz. Álex Fernández batió a Badia desde los once metros y, cuando parecía que el destino iba a jugarle otra vez una mala pasada al Tenerife, apareció Waldo Rubio para cabalgar la banda derecha como en sus mejores tiempos y servir un regalo al corazón del área que fue cazado por la zurda de Enric Gallego, en el minuto 88, para llevar el delirio a las gradas de un Heliodoro entregado a un milagro que, pese al triunfo, sigue pareciendo una quimera.
Sufrió el Tenerife porque, en la penúltima acción del partido, el Cádiz pudo igualar en una jugada que tuvo tres paradas antológicas de Edgar Badia, que amarró el triunfo tras negarle el gol a Rubén Alcaraz, primero, y a Recio y Melendo, después.
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