Fue un día de fiesta en el Bernabéu. Carlo Ancelotti recibió el cariño unánime del estadio, Luka Modric vivió ovaciones que rozaron la eternidad, pero entre homenajes preparados por el club, pancartas y aplausos, había una ausencia tan silenciosa como significativa: la de Lucas Vázquez.
El gallego, canterano, campeón de todo, y ejemplo de compromiso y discreción, no tenía de primeras el reconocimiento público que, por méritos, le correspondía. Ni un homenaje, ni una despedida oficial. Ni el club ni el propio jugador han comunicado nada sobre su futuro, aunque todos saben que su etapa en el Real Madrid llega a su fin y que este duelo en el Bernabéu era el último.
Lucas fue testigo al empezar el partido de los homenajes a Ancelotti y Modric y se dejó ver sonriente. Él abrazó a sus compañeros y recibió gestos de cariño, pero siempre desde un segundo plano, como si su adiós no mereciera ocupar los focos. Pero al final tuvo su momento. Se lo regaló el Bernabéu, que fue sensible al cambio de Ancelotti en el minuto 75.
El cuarto árbitro levantó el cartelón con el 17 y el Bernabéu se puso en pie, con una ovación atronadora. Fue aplaudido por la afición, sí, especialmente por quienes saben lo que ha representado para el club: un jugador fiable, polivalente, incansable.
Se emocionó Lucas en el campo, cómo no, que recibió el abrazo uno a uno de todos sus compañeros. Con el Bernabéu en pie, rompió a llorar cuando llegó al banquillo. Mano en el pecho, en el escudo que tanto ha defendido, se le saltaron las lágrimas.
Y quizás esta despedida resuma su carrera: un jugador que llegó sin hacer ruido, que se mantuvo sin alzar la voz y que se marcha del mismo modo. Siempre en la sombra de las estrellas, pero siempre útil. Siempre presente.
La idea de Lucas es despedirse tras el Mundial de Clubes. Lo hará a su manera, con un acto sencillo, sin la épica de una gran noche en el Bernabéu, sin pancartas. Lucas Vázquez se va del Real Madrid como vivió en él: con humildad, con trabajo, y con una lealtad que no siempre se premia con homenajes, pero que deja huella en el corazón de quienes entienden el fútbol como él.
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