A Antonio Rüdiger se le fue la cabeza por completo tras una falta en ataque de Mbappé sobre Eric García al soltar el brazo cuando el francés trataba de zafarse de su par en busca de la portería rival. Era la última bala del Madrid para obrar el milagro tras el 3-2 de Koundé en el minuto 116 y todo el banquillo blanco acabó perdiendo los nervios tras la decisión de De Burgos Bengoechea. Con los nervios a flor de piel, la decisión del colegiado acabaría desatando un vendaval de protestas que zanjó con tres expulsiones: Rüdiger, Lucas Vázquez y Bellingham.
Medio equipo entró al césped para protestar la polémica falta que acababa con el sueño blanco en la final de la Copa del Rey, pero fue el central alemán quien perdió los papeles al tirar un hielo al árbitro desde el banquillo de la bolsa que tenía en sus piernas tras ser sustituido minutos antes. Completamente alterado, enfurecido y fuera de control, Rüdiger tuvo que ser sujetado por medio banquillo mientras trataba de lanzarse a por el colegiado después de que le mostrarse la roja a falta de un minuto para el final del partido.
Una bestia incontrolable... y dos intentos fallidos
Se añadieron dos minutos y, con el Madrid completamente volcado en busca del empate, la falta de Mbappé apagó cualquier conato de rebelión... y desató la furia blanca. El central lanzó un hielo al césped que no llegó a golpear al árbitro y se ganó la expulsión. En ese momento, medio banquillo tuvo que sujetarlo. En total fueron 10 personas (cuerpo técnico y compañeros) los que tuvieron que bloquear el intento de Rüdiger de ir en busca del árbitro. Completamente fuera de sí y sin entrar en razón mientras amagaba con lanzar más hielos de la bolsa que le habían puesto en sus piernas tras marcharse del césped lesionado.
La primera bolsa, agarrada ya por el central con su mano, se rompió antes de que la situación fuese a más gracias a la intervención de un miembro del cuerpo técnico, que agarraba como podía al futbolista mientras pedía ayuda a gritos para poder maniatar a un jugador que había perdido la cabeza por completo. Su segundo intento acabaría como el primero, desbaratado gracias a la intervención de Mendy y Vallejo. El lateral francés se hizo cargo de su compañero y le dijo unas palabras que parecieron tranquilizar a lo que parecía una bestia incontrolable. Sin embargo, la historia no quedaría aquí.
Tras el pitido final, las protestas de los jugadores del Madrid a todo el equipo arbitral continuaron sobre el césped. Y cuando parecía que se habían llevado a Rüdiger al vestuario, el central volvió a la carga. Pisó de nuevo el terreno de juego para arrancar su intento de llegar al centro del campo, donde estaba De Burgos acompañado de los linieres. Afortunadamente la cosa no fue a más gracias a la intervención de Luis Llopis, entrenador de porteros, y Lunin, que entre ambos fueron capaces de hacerle cambiar de idea al futbolista antes de marcharse, esta vez sí, del campo. Y ya no se le volvió a ver, ni durante el pasillo al Barça ni durante la celebración del rival tras conquistar el trofeo.
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