El Etihad Stadium se preparó a conciencia para recibir a Vinicius. El Manchester City se dejó llevar, la UEFA no quiso entender el doble sentido y la afición inglesa salió a bailar al césped para recordarle al brasileño quién es el actual Balón de Oro del fútbol mundial. "Deja de llorar tanto", rezaba una pancarta en la que aparecía también Rodrigo besando el trofeo que el 7 esperaba ganar después de completar un gran año. No fue así y desde ese día su decisión de no acudir a la gala le persigue como si fuera su propia sombra.
Acostumbrado a que los rivales le busquen las cosquillas sobre el césped y a que a los aficionados se las ingenien para golpear siempre donde más le duele, el brasileño saltó al ruedo sabiendo que volvería a estar en el ojo del huracán... y no le importó. Leyó la pancarta, miró al cielo de Mánchester y se puso a hacer lo que mejor sabe hacer, que es jugar al fútbol. "Si ha visto la pancarta ha sido una motivación grande para él, ha sido muy peligroso", confesó Ancelotti después del partido. Y es que a la mínima que se ha podido pincha un poco, siempre se ha buscado una comparación que dejaba mal parado al brasileño. Porque si con Cristiano Ronaldo siempre dio la impresión de que necesitaba alguna 'pelea' para enchufarse todavía más a un partido; con Vini se llegó a pensar todo lo contrario y que se iba del partido con demasiada facilidad. Y es que aunque picar al actual 7 del Madrid nunca ha sido una buena idea, llevarle al extremo, ese donde es absolutamente incontrolable, ha funcionado en numerosas ocasiones para ganarle la batalla sobre el césped.
Una tormenta controlada con fútbol
Sin embargo, la noche del Etihad terminó cambiando a Vinicius tras evadirse del ruido desde el primer minuto. Fue el más inspirado de los hombres de ataque en la primera parte para generar de todo. Le regaló un gol a Mendy, que lo terminó fallando dentro del área, dejó solo a Mbappé con un espectacular pase, provocó un penalti que no fue pitado por un fuera de juego milimétrico y mandó un balón al larguero. Se movió por dentro y por fuera con soltura, pero la puntería no acompañó. Así las cosas, el karma se la terminó devolviendo al City tras la mofa vivida antes de arrancar el partido, una continuaría con cánticos en los que preguntaban otra vez por el Balón de Oro, con una segunda parte que sacó la mejor versión de Vini. "Yo lo vi, pero no sé si Vini lo habrá visto. No sé si entiende bien el inglés para saber lo que era, pero lo único que puede hacer es que le puede picar a hacerlo todavía mejor. Estoy feliz por el partido de Vini, que lo necesitamos también", explicó Courtois en zona mixta.
La lesión de Akanji fue el detonante final a la metamorfosis del brasileño. Se esforzó en defensa con una actitud defensiva que parece haber entendido la BVMR, no paró de correr buscando el desequilibrio en ataque y volvió completamente loco a Rico Lewis cada vez que se enfrentaron sobre el césped. La Champions le devolvió el sentido de la responsabilidad y su impredecibilidad en ataque para acabar siendo clave en los dos últimos goles del Madrid. De su desmarque y disparo acabó saliendo el tanto de Brahim... para terminar dibujando la última corchea de la sinfonía blanca tras dejar el gol en bandeja a Bellingham para consumar una nueva remontada. "Sin lágrimas de Vini en el Etihad Stadium", lanzó Roc Nation, la agencia que gestiona la carrera de Vinicius, acompañado de una fotografía del brasileño con el trofeo MVP del partido. Mismo modus operandi para devolver una provocación que acabó saliendo cara.
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