"Es genial ver que todavía se trata de ser un equipo. Y un gran entrenador. Enhorabuena, PSG”, escribió Toni Kroos al poco de acabar la final de la Champions. Palabras mayores, porque el alemán tiene mucha idea del tema. Sí, todavía se trata de eso, de ser un equipo por encima de todo y en el amplio sentido de la palabra. Justo lo que ha conseguido Luis Enrique y lo que, por ejemplo, no ha sido este último Real Madrid. O lo que no era ese PSG de Messi, Neymar y Mbappé. Por suerte, el fútbol no es encender la Play y ponerse a fichar a los mejores.
Si algo ha quedado demostrado esta temporada es el valor del bloque por encima de cualquier individualidad. Si un futbolista no se pone al servicio de los compañeros, apaga y vámonos. El triunfo del club parisino en su país y en Europa o el del Barcelona de Flick en España es el mejor ejemplo de que no hay ningún jugador tan bueno como todos juntos, que decía Di Stéfano, otro que algo sabía de que va esto.
En París les costó entenderlo, pero lo han hecho. Al Khelaifi dio las llaves del club a Luis Enrique... y todo controlado. El fútbol es de los jugadores, pero también de los entrenadores. La obra maestra de Múnich fue una preciosidad que quedará para siempre. Empezando por ese fuego en los ojos de Dembélé esperando que Sommer pusiera el balón en juego. Si tienes estrellas tienes ventaja, pero tienen que estar al servicio del equipo. Un futbolista no puede condicionar a los demás porque, por suerte, este deporte todavía se trata de un juego en equipo.
El reto de Xabi Alonso no es poca cosa. Recuperar al Real Madrid es recuperar lo que los blancos han sido cuando han ganado. Formar un equipo es lo primero para ser un equipazo. Y es lo que quiere ver el Bernabéu. Lo dicho: lean a Kroos, que siempre tiene razón.
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