Se llamaba Josep Puig i Puig, pero para todos era Curta. “Porque nací en una casa a la que llamaban curta, que en catalán quiere decir casa pequeña o algo por el estilo”, contaba a MARCA el 30 de junio de 1948. Era una herencia de su abuelo: “Si me llaman Puig, ni me entero de que es a mí”.
Diez días antes, en Suiza, había jugado su tercer partido con la selección española, un 3-3 contra Suiza en Zúrich. Ese fue el día en el que debutaron con España dos jugadores del Celta que serían estrellas del Real Madrid: Miguel Muñoz y Pahíño. Al descanso, Guillermo Eizaguirre lo dejó en el vestuario, porque el primer gol de Suiza llegó tras una jugada en la que Curta, al ceder la pelota al portero, la mandó a las redes. Ahí perdió un tren que tenía como destino el Mundial de Brasil. No conoció la victoria como internacional.
La historia de Curta es la del primer jugador nacido en la provincia de Girona que llegó a la selección. El 22 de febrero de 1922 llegó al mundo en una población muy pequeña, Les Serres, en la zona de Sant Martí de Llémena. Con un año su familia se marchó a Salt, a la ca la Curta. Los Puig regentaban el bar que había delante del campo del fútbol. El destino del pequeño Josep, que siempre presumía de ser de Salt, estaba marcado.
En las calles de su pueblo, a poco más de tres kilómetros del centro de Girona, comenzó a dar patadas a dos balones: al de rugby y al de fútbol. Con el equipo de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, los Fejocistas, llamó la atención. El siguiente paso fue el Salt, el campo de tierras a orillas del Ter y las primeras sensaciones de ser campeón.
Porque en la vida de Curta celebrar títulos fue algo habitual. Su historia se unió a la del Barcelona en el verano de 1942 después de que en el Girona brillara durante dos temporadas como un defensa potente y contundente. A Las Corts llegaba un chaval de 20 años que además de jugar al fútbol trabajaba en la Cros, una de las principales empresas químicas de España. Hacía de chico para todo: recados, chófer... “Lo que más me disgusta de convertirme en profesional es que tendré que dejar mi trabajo e instalarme en Barcelona”, decía al fichar.
Casa de alta costura
Pero llegar al Barcelona, donde fue tres veces campeón de Liga (1945, 1948 y 1949), ganó la Copa de 1951 —no jugó ningún partido—, además de la Copa Latina y la Eva Duarte, no se olvidó de que el fútbol se acaba un día. Por eso quien pasaba por la calle Caspe se encontraba con el negocio Alta Costura Masculina Curta. También se dedicaba a la compra-venta de coches.
Su estreno en la Liga fue contra el Madrid, una derrota en Chamartín por 3-0 el 27 de septiembre de 1942. Durante su larga carrera, Curta se enfrentó a los blancos 14 veces: seis victorearais, seis derrotas y dos empates, entre ellos el tremendo 5-5 en Las Corts del 10 de enero de 1943.
Una lesión provocó su retirada después de intentar seguir jugando en el Sabadell. El 6 de septiembre de 1955 se le tributó un gran homenaje en Las Corts, que se llenó para agradecer su entrega durante una década. El Barcelona ganó 2-1 a la selección de Austria. Antes del partido, y tras una gran ovación, Curta entregó una medalla conmemorativa del partido a los jugadores de los dos equipo. Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Bosch; Mandi, Villaverde, Kubala, Suárez y Ribas. Ese fue el once del equipo azulgrana.
Después de retirarse, Curta hizo sus pinitos como entrenador en un equipo de Salt, el U.E. Coma Cros. Josep Puig i Puig, para todos Curta, murió el 6 de julio de 1997. Nicolau Casaus representó al club azulgrana.
Era el adiós al gran defensa que antes había sido delantero centro y centrocampista, al chico que llegó al Girona a cambio de 250 pesetas, al central que contaba que nadie le hizo sufrir tanto como Zarrapero para quien el mejor era Panizo y el mejor equipo el Madrid... Y que aseguraba tener un defecto: “Ser demasiado buena persona”.
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