La final acabó con susto para Jude Bellingham, que no tenía buenas sensaciones en el cuádriceps de la pierna derecha según pasaban los minutos y se enfriaban los músculos. Andaban los jugadores del Madrid bromeando sobre el césped, con Rüdiger haciendo placajes a unos y a otros, cuando Jude abandonó el terreno de juego a la carrera. Llamaba la atención porque se estaba empezando a montar el escenario para levantar el título y porque Infantino saltaba al terreno de juego con el trofeo antes incluso de que regresara el inglés.
Volvería Bellingham al césped pero con un claro objetivo: hablar con los servicios médicos. Primero a un fisio, al que le comentaba que le molestaba el cuádriceps. Y luego al jefe de los servicios médicos, que se unía a la conversación y enseguida ordenaba vendar la zona. Un aparatoso vendaje que Bellingham trató de disimular con el pantalón en el escenario.
Durante la celebración, Bellingham mantuvo la calma. Los clásicos saltos para cantar el "campeones, campeones", los daba pero sin apenas apoyar la pierna derecha. Tiene pinta de que se trata de un golpe, tal y como parecía explicar a los médicos, señalando hasta la zona del campo en la que se lo produjo. Tampoco le ayudaría a mejorar la celebración, en la que se llevaría un pequeño revolcón tras un choque con Rüdiger y Camavinga. No se le golpeó en la zona, pero sí acabó por los suelos. Como medio equipo, porque todos acaban sucumbiendo a la euforia del central alemán.
No parece una lesión grave la de Bellingham, pero será en Madrid cuando se le examine a fondo y se compruebe si es un simple golpe o algo más. Recordemos que el Madrid vuelve a jugar el domingo a las 16.15, ante el Sevilla, en el que será el último partido del año.
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