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El duelo entre el Manchester City y el Real Madrid ya se ha convertido en un clásico de Europa. El duelo de la ronda eliminatoria bien podría ser la final de la Champions. No en vano, se miden los dos equipos que han levantado las tres últimas Orejonas. Pero ninguno de los dos hizo bien los deberes en la Fase Liga y el azar los ha juntado antes de tiempo.
Esto es el resultado de que ninguno de los dos ha demostrado la regularidad habitual, sobre todo el City. Que el equipo de Guardiola no se haya metido directamente en los octavos es una sorpresa, pero más aún es que llegara a estar eliminado a menos de 45 minutos de acabar la primera fase del torneo.
Es el resultado evidente de que las cosas no le están yendo bien este curso, en el que se ha desplomado en los dos últimos meses con muchas derrotas, algunas de ellas abultadas. “Ha pasado toda la temporada, estamos regalando demasiadas cosas, somos conscientes de que esto no puede pasar”, comentó el técnico de Sampedor después de encajar una manita ante el Arsenal.
Estamos regalando demasiadas cosas, somos conscientes de que esto no puede pasar
Son varias las causas detrás de este hundimiento. Una de ellas es la baja de Rodri, que ya la pasada campaña demostró que, sin él, su equipo no sabía ganar. El equipo ha perdido sin el español fluidez en la salida de balón, siendo menos vertical y mucho más plano. También le falta consistencia para mantener el peligro constante cerca del área rival.
Pero no todo se reduce a la ausencia del Balón de Oro. Esta temporada hay muchos otros detalles que el Real Madrid podría explotar para estar en los octavos de final de la Champions.
Inestabilidad en el centro de la defensa
Manchester City está mostrando una peor versión defensiva en 2024-25 que en 2023-24. Y una parte importante de responsabilidad la tiene la falta de consistencia entre los hombres que componen el eje de la retaguardia. Las lesiones han mermado mucho esa parte del esquema. Aké, Stones, Rúben Dias… ninguno se ha librado de las lesiones y han llevado a Guardiola a alinear a más de 10 parejas diferentes de centrales. Esta inconsistencia provoca falta de cohesión y organización defensiva, que le ha llevado a recibir más goles que nunca en la era Pep.
El conjunto inglés ha debilitado su muro y, aunque limita la cantidad de disparos rivales, siendo uno de los equipos de las cinco grandes ligas que menos remates concede, no consigue que la calidad de los mismos sea baja hasta el punto de ser el equipo con el peor dato en cuanto a la peligrosidad media de cada disparo que recibe el equipo. Esto sugiere que, cuando un equipo logra llegar al área, genera peligro real.
Los 43 goles recibidos entre Premier y Champions está muy por encima de los 35,8 que debería haber encajado según sus goles esperados en contra, lo que habla mal de su capacidad para evitar que le marquen.
De una forma más global, la actividad defensiva del equipo deja mucho que desear. Defiende bien los movimientos a la espalda y se mantiene en la media en presiones sobre el que tiene el balón y neutralizando la ventaja del adversario al desequilibrio de la línea defensiva. Sin embargo, no hay rastro en aspectos como intercepciones, duelos aéreos (luego hablaremos de ellos) ganados en propio campo, bloqueos o entradas.
Presión alta de baja intensidad
Aquí está probablemente, su mayor defecto. El City siempre se ha caracterizado por su asfixiante presión, sobre todo en posiciones adelantadas y tras perder el esférico. Esta temporada Kevin De Bruyne y Jeremy Doku son los jugadores más activos en presionar el balón. Su capacidad para realizar presiones fuertes sugiere que también participan activamente en la recuperación tras la pérdida. Erling Haaland sorprende con una buena cantidad de presiones, aunque su función principal no es recuperar balones, sino incomodar la salida del rival.
Sin embargo, con Rodri, está presión se hacía de manera más controlada y efectiva. Ahora está defendiendo más atrás y con menor eficacia en esa presión alta, lo que está afectando a su control del juego. La distancia defensiva promedio respecto a su propia portería de los duelos defensivos ha bajado de 49,7 metros a 43,5 y el tiempo que tarda en recuperar tras pérdida ha subido dos segundos (de 8 a 10), suficiente para pasar de robar el esférico a ser sobrepasado.
Sigue siendo uno de los equipos que más acciones defensivas altas realiza y, al mismo tiempo, que más recuperaciones altas y en campo contrario lleva a cabo. Pero los números indican que no lo hace de la manera más precisa, lo que ha permitido a los rivales salir jugando con mayor sosiego, pudiendo pensar más y tomar mejores decisiones.
Los números no engañan. Si distribuimos las recuperaciones en porcentajes por tercios del campo y lo comparamos con la temporada anterior, el City ha pasado a recuperar casi un 4% menos de balones en el tercio ofensivo (de 16,44% a 12,51%). Antes suponía un 110% respecto al resto de equipos de la Premier, frente al 34% en la actual campaña.
No sólo presiona con menos intensidad arriba, sino que también está concediendo más pases al rival cuando entra en su propio campo. Su PPDA (Pases permitidos por acción defensiva) ha pasado de 11,9 a 14. Es decir, permite de media casi dos pases más a los rivales en cada posesión en su mitad del campo. Parece poca cosa, pero es bastante. Como decimos, esta reducción en la intensidad permite a los rivales pensar más y decidir mejor… también en posiciones más adelantadas.
El retraso en la presión, los desajustes y la falta de sincronización en sus movimientos sin balón están detrás de todo esto, provocando que muchas veces que el rival supere fácil esa primera línea, encuentre espacios a la espalda de los interiores que el City ha generado y monte una transición peligrosa.
Aquí un ejemplo contra el West Ham. Cada jugador de ataque del City está emparejado con un rival, pero Foden llega tarde a la presión sobre el tomador del balón. Al mismo tiempo, De Bruyne, está más pendiente del esférico que de su marcador.
Al lateral del West Ham le da tiempo a pensar y ve un enorme hueco en el medio. Allí echa el balón. Kovacic llega tarde sobre su marca y De Bruyne ha perdido la distancia con su hombre. Rico Lewis (abajo) tampoco está cerca de quien debe.
Eso permite conectar a ambos jugadores del West Ham y acabar con la presión antes de iniciar la contra con un City ya partido en dos
En apenas unos toques, el West Ham llega al último tercio del campo en un cinco contra cuatro. Observen la distancia entre los cuatro de atrás y los del medio del campo del equipo de Mánchester.
Por tanto, el Real Madrid debería atraer a la primera línea de presión del City para, después, buscar balones largos que la rompan buscando bien a los hombres del medio, donde el cuadro inglés estará más desguarnecido, o directamente a los hombres de arriba para aprovechar su velocidad y generar situaciones de uno contra uno o superioridad numérica.
Para ello, lo mejor sería iniciar la jugada con los centrales abiertos y el pivote incrustándose entre ellos. Los otros dos centrocampistas deben ofrecerse como apoyo para recibir y girar rápido. Mientras, los extremos (se presupone que Vinicius y Rodrygo) deben posicionarse alto para estirar la defensa del City. Cuando llegue el momento de la presión intensa, lanzar un pase directo bien a los extremos, bien al hombre en punta (Mbappé).
Otra opción sería usar los laterales y mediocentros como vía de escape. El objetivo es evitar que el City cierre el carril central con su presión organizada. Un jugador del medio del campo puede desplazarse a banda para ofrecer una línea de pase segura. Cuando el City presione alto, cambiar de banda rápido con un pase en diagonal. Savinho y De Bruyne presionan alto, lo que sugiere que el City deja espacios a la espalda de sus interiores y laterales. Si el Madrid logra salir rápido por banda, podría encontrar espacios para Vinicius o Rodrygo.
Débil en balones aéreos
No es un aspecto del juego que hayan explotado demasiado sus rivales, pero lo cierto es que el equipo sufre más en el juego aéreo y en jugadas de estrategia. Si observamos la calidad media de los remates que le generan a balón parado, es para estar atento, sobre todo teniendo en cuenta el poderío del Madrid en este tipo de acciones, en las que ha logrado seis goles (cuatro de córner y dos de faltas colgadas), más que nadie en LaLiga. Aunque no es un desastre, el equipo de Guardiola podría ser más sólido en defensa de córners y faltas laterales, ya que cede algunas oportunidades con alta probabilidad de gol.
Muchas de estas situaciones son balones que llegan por alto donde el City no demuestra autoridad. Lo refleja el hecho de que sólo gana el 49,8% de los duelos aéreos, la quinta tasa más baja de la Premier League y una de las peores de las cinco grandes ligas. Aquí también se echa en falta a Rodri, que era fundamental en los duelos aéreos en el mediocampo, combinando una buena cantidad de duelos con una tasa de éxito elevada (65,7%). Esto lo hace clave en segundas jugadas.
El cuadro ‘citizen’ sufre en los duelos aéreos, lo que explica en parte su vulnerabilidad en jugadas a balón parado.
El City sufre más a balón parado en las primeras partes. En todos los partidos de Premier y Champions jugados hasta ahora, ha recibido en los primeros 45 minutos 40 remates, encajando cinco goles. Son cinco remates y dos goles más que en las segundas mitades.
El Madrid no es un equipo que busque mucho los centros desde los costados. Las características de sus jugadores de banda les lleva a priorizar más el encarar. En este caso, no estaría mal insistir en el juego directo cuando sea posible y buscar centros laterales constantes para que hombres como Bellingham puedan generar segundas jugadas. Y si no, al menos buscar provocar faltas laterales cada vez que encaren Vinicius y Rodrygo para sacar provecho a balón parado.
Por otro lado, si el Madrid lanza balones a la banda derecha, pueden ganar segundas jugadas contra Gvardiol, que no es tan dominante en el juego aéreo. Es mejor que buscar los centros frontales, ya que Dias y Akanji sí van bien por alto
Los uno contra uno
Otro recurso que debería explotar el Madrid son las habilidades en el regate y la velocidad de sus hombres de arriba. El City ha dejado de ser un equipo eficiente en el uno contra uno. El volumen de acciones en las sus jugadores logran recuperar el balón mediante entradas frente a las veces que fueron rebasados ha descendido respecto a la temporada pasada. Esto parece estar muy ligado a esa baja intensidad en la presión.
El desborde de Vinicius, un jugador que promedia 4,7 regates completados cada 90’, o el de Rodrygo (3,2), podrían ser decisivos. Incluso la velocidad de Mbappé para sortear rivales en carrera.
Este ejemplo no es una acción por banda, por donde suelen incidir los brasileños del Madrid, pero ejemplifica bien la facilidad con la que desbordan a los futbolistas del City. De nuevo ante el West Ham, De Bruyne se echa encima del poseedor del balón.
Sin embargo, apenas ofrece resistencia en el duelo. Con un simple giro sobre el eje, su rival sobrepasa al belga.
Para colmo, le da tiempo a frenar para levantar la cabeza y decidir la mejor opción. De Bruyne no sólo es sobrepasado, sino que no recupera a la velocidad exigida.
La ocasión no terminó en gol pero situaciones así pueden provocar ocasiones claras para el Madrid gracias al talento que tiene en la parte de arriba.
Con todo lo analizado, queda claro que la estructura de presión y posesión del Manchester City evita que, en general, le lleguen con frecuencia, pero cuando lo hacen, son situaciones con una probabilidad de gol relativamente alta. Esos desajustes, por alto y por bajo, son los que debe explotar el Real Madrid para estar en los octavos de final de la Champions League.
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