- Así lo vivimos. Athletic-Atlético: resultado, resumen y goles
En el día en el que se levantaba una estatua a Iribar, Oblak le regalaría el mejor homenaje con un recital de paradas imposibles. Pero ni eso sería suficiente para mantener con vida a un Atlético superado de principio a fin.
Evitó una goleada de escándalo desde que a los cinco minutos homenajeó a Iribar con una parada abajo imposible. Fue el único rojiblanco que estuvo a la altura del escenario, de lo que había en juego... y de la conmemoración al Txopo.
Sufrió mucho a su espalda con las continuas incursiones de Nico Williams, impidiéndole mostrar su incidencia en el ataque. Dejó su sitio a Llorente tras la primera mitad.
Empezó mostrando solvencia en los primeros duelos, pero acabó zarandeado por el vendaval del Athletic en la primera parte. Pagó caro un penalti evitable cometido sobre Nico Williams tras caer en su trampa que le llevó a ser sustituido al descanso.
Fue el más reconocible de los centrales, pero aún así también tuvo algunos despistes, como en el 1-0 en el que pierde de vista a Guruzeta.
Superado por Iñaki Williams desde la primera vez que le encaró, acabó siendo retratado por su hermano Nico, al que defendió con la mirada en la acción del 2-0.
Tras una primera mitad muy exigido en defensa, logró soltarse algo en ataque en el segundo acto, siendo el más salvable de los jugadores de campo.
Un día más fue el termómetro del Atlético: no logró hacerse con el mando en ningún momento y sin el capìtán el equipo desaparece siempre.
Sin acierto, pero con un despliegue físico que le permitió ejercer de carrilero en la segunda mitad y sacar el orgullo en la media. Falló un gol con 2-0 que podría haber metido al Atlético en el partido.
Desdibujado y desubicado de principio a fin. No consiguió poner aplomo en el medio, estuvo impreciso con el balón y apenas tuvo peso en el duelo.
Pese a que fue el único que disparó a palos en la primera parte (su primer tiro envenenado puso en apuros a Unai Simón, el segundo apenas le inquietó), tuvo una aportación muy pobre. Así que a la hora, ya con 1-0, Simeone optó por que recargue su desgastada batería.
No tuvo opciones de remate en todo el partido. Su constante pelea con los centrales tampoco tuvo premio.
Aportó algo más de contundencia defensiva, pero tampoco estuvo cómodo en ningún momento.
Trató de resucitar al Atlético con su toque, pero tampoco logró imponer su jerarquía en el duelo.
Empezó bullicioso, pero no llegó a inquietar demasiado a la defensa local.
Su presencia pareció añadir mordiente, pero como ocurrió con Morata, ni siquiera pudo rematar.
Se mostró correcto y aplicado como lateral para permitir a Llorente desplegarse en ataque.
Trató de poner piernas frescas, pero sus jugadores se vieron superados de principio a fin, pese a que acabó quemando todas las naves.